El ejemplo de Guachapala

Cuando la Navidad se ha convertido en derroche de dinero público y el tufo político la contamina, Guachapala decide marcar la diferencia.

Las autoridades municipales de este cantón azuayo decidieron priorizar la salud al encendido de luces, del árbol navideño y más parafernalias, que solían adornar el parque central y otros espacios públicos a fin de convertirlos en atractivos de temporada.

Los recursos económicos, de acuerdo a la resolución, se destinarán para comprar una ambulancia, cuyo valor supera los 70 mil dólares.

El vehículo se entregará al Cuerpo de Bomberos. Será de suma importancia en la labor del  hospital básico de Paute, responsable de brindar atención a los cantones vecinos como Guachapala, El Pan y Sevilla de Oro.

A la par, se contratará un médico y un paramédico para acompañar a los bomberos en las emergencias. 

Esta noticia debe trascender los límites provinciales, “ser tendencia” como se denomina ahora en la jerga digital. En esta, lamentablemente, predomina lo superfluo, la falsedad, la tergiversación de los hechos y las “peleas de barrio” entre políticos de baja ralea. 

Con las diferencias del caso, la  importancia de la decisión municipal de Guachapala radica en entender no únicamente las necesidades urgentes de la comunidad, también la de recuperar el sentido originario de la Navidad, devenida en derroches de toda índole, comenzando por un consumismo desaforado, siendo una de sus consecuencias el desperdicio y hasta los desequilibrios de la salud.

Como parte de esos derroches bien podría catalogarse la manía de ciertos alcaldes para ver cuál se manda el árbol navideño más grande; el nacimiento más luminoso y, asimismo, el más grande; o quien más fundas da caramelos regala, si es posible hasta con su fotografía camuflada.

En algunos casos, esas luces encendidas, esos árboles artificiales inmensos, no reflejan cuan sincero y desprendido está el corazón humano, peor el de un político.

REM

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REDACCION EL MERCURIO
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