Lenín Moreno será procesado penalmente dentro del caso Sinohydro, apenas una parte de la inmensa trama de corrupción durante el gobierno del cual formó parte como vicepresidente de la república.
El también expresidente, según el juez, es considerado, junto a ocho personas, como autor directo del presunto delito de cohecho.
Otros, también llamados a juicio, entre ellos su esposa, su hija, dos hermanos y una cuñada, serán procesados como cómplices.
Es el corolario de una investigación de la Fiscalía al presumir que para la contratación del proyecto hidroeléctrico Coca Codo Sinclair se entregaron sobornos por USD 75 millones a cambio de direccionar la firma del contrato con aquella empresa china.
Según la investigación y posterior acusación, Moreno, siendo vicepresidente, habría ayudado con sus “buenos oficios” y recomendaciones a su amigo, Conto Patiño, el lobista de Sinohydro, a conseguir el contrato y, a cambio, las familias de los dos recibir pagos irregulares, hasta en especies.
El expresidente niega su participación en el entramado; peor de haber recibido ni un dólar del presunto soborno. Como es habitual en estos casos, se considera un perseguido político y acusa al correísmo de venganza. Si esto último fuera verdad, significaría que el gobierno del que fue parte conocía de sus supuestas andanzas.
Con el juicio en marcha, Moreno debe afrontarlo, defenderse en derecho, exponiendo con argumentos su inocencia y la de su familia.
No hay espacio para victimizarse, tanto más si las pruebas recogidas por la Fiscalía han sido avaladas por el juez.
El caso Sinohydro, si finalmente termina en condena, se unirá al caso Odebrecht, en el cual fue sentenciado Jorge Glas, como a tantos otros casos, reflejo de una década de latrocinio, de festín del dinero público, tras la apariencia de obras que, como Coca Codo, se mal construyeron, además del sobreprecio. Sobre esto hablan los hechos.






