Cuenca respira indor. Basta con acercarse al coliseo Jefferson Pérez y sentirlo: el aroma a linimento en los pasillos, los balones que botan ansiosos en las manos de los jugadores, los vendedores de espumillas buscando su esquina, las familias cargando banderas y camisetas. Esta noche, cuando el reloj marque la hora de la verdad, iniciará …











