Revivamos el encuentro con un amigo cercano, quien nos comparte alguna angustia de su familia o deja ver algún sueño truncado. ¿Cómo reaccionamos? Entre las respuestas más comunes estarían: ¡Ya no llores, no es nada! O quizá un ¡Ah, ya te voy a dar un motivo para llorar de verdad! O también le damos una …










