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CUENCA

Al nombrarte, mi Cuenca querida,
sólo Dios pudo hacerte tan bella,
permitiendo que un pedacito de cielo
cayera en la serranía.
Enmarcada de montes azules,
abrazada por ríos bravíos,
bordados en sus orillas
de sauces y madreselvas.
Callecitas empedradas
de recuerdos y nostalgia,
donde impregnadas quedaron
piropos y serenatas.
Catedrales centenarias
de mármol y de alabastro,
que almacenan oraciones
de piadosas señoronas,
de cholitas polleronas
y devotos caballeros,
junto con sus campanarios,
que con sus voces de bronce
se elevan hacia el cielo.
Cuenca, en tu cuna meciste
a tantos hombres ilustres
que te colmaron de gloria,
que allá, por las alamedas,
alamedas del río,
no caben los monumentos
de escritores y poetas,
de santos, de educadores,
de sabios y presidentes,
deportistas y campeones.
Por esto, y por mil razones,
te bautizaron Atenas
y Patrimonio de cultura
del Mundo y la Humanidad.

Beatriz Esmeralda Zamora Vázquez

CMV

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.