Historias de Julio Montesinos (III)

Jorge Dávila Vázquez // RINCÓN DE CULTURA

Con su hermano José, Julio incursionó en la ciencia y creó un artefacto de diversas dimensiones, que corta, cala, según el diseño del artista, desde pequeños objetos ornamentales hasta estructuras mayores como muebles. Él, como decimos familiarmente, se mató tratando de explicarme la función del artilugio, el CNC, que hacía toda clase de labores previamente programadas; lastimosamente, con mi pobre inclinación hacia las ciencias, apenas sé que fue un logro que sigue funcionando en diversos planos, pero le anticipé que no sería capaz de explicar su naturaleza robótica y sus sutiles mecanismos, y esa es mi realidad.

El científico, astrónomo, gran artista, es, además, anfitrión magnífico, y he disfrutado muchas veces de su mesa generosa.

En los distintos campos del saber y la creatividad, se habla de herencia, no sé cuánto haya de verdad en ello, pero sí es bueno reconocer que el caldo de cultivo del pintor, tiene una profunda raíz familiar. Su padre, además de caricaturista, era notable pintor realista social; su tío Arturo Montesinos Malo, forma con Dávila Andrade y Alfonso Cuesta y Cuesta, el gran trío de los narradores cuencanos de la transición; está emparentado también con el bondadoso, inolvidable Ramón Burbano Cuesta, uno de los prosistas más sutiles de nuestra literatura; su tía Marianita Montesinos era maestra en el arte de crear muñecos. Vivía en la casa más monumental del Barranco, y esta, en Navidad, florecía gracias a su ingenio. Jaime Montesinos, distinguido estudioso de la literatura ecuatoriana, que vivió y ejerció la cátedra universitaria en Estados Unidos, era su primo.

Y, por supuesto, está emparentado con uno de los mayores acuarelistas de Cuenca, el insigne pintor César Burbano Moscoso, también gran aficionado a la música e intérprete, padre del pintor con el que Julio comparte esta muestra en la antigua Escuela Central, César Burbano Carvallo, y de los artistas Rómulo y la sutil María Soledad.

Nada sé de genes, pero es indudable que en Julio renacieron los mejores de la creación artística que llevaban estos y otros de sus ancestros.

Una vida entera dedicada al arte, al trabajo incansable, a la creatividad en distintos campos, he ahí la existencia de este gran hombre al que aplaudimos calurosamente hoy y siempre; no olviden visitar su muestra. (O)