Defensa al Santa Bárbara

Edgar Pesántez Torres

Una de las actividades que ha sostenido la economía del Ecuador es la minera a través de los procesos de extracción, explotación y aprovechamiento comercial de minerales que se hallan en la tierra y en los ríos como el oro, plata, cobre, plomo y zinc.  Las minas del metal precioso en el país se catalogan en 7 zonas, la sexta corresponde a las provincias de Cañar, Azuay y Morona Santiago. En el Azuay tiene prevalencia Sígsig, cantón ubicado al sureste de la provincia con un admirable historia, cultura, arte, paisaje y recursos naturales.

Entre los últimos se encuentran los yacimientos de oro. Desde las mitologías de los cañaris y la colonia hasta nuestros días, por historia y evidencias extractivas, se conoce del potencial de minerales que posee y que deplorablemente sólo ha servido a exploradores y explotadores, sin beneficio de inventario para el pueblo que primariamente vivió de una agricultura insipiente, de la minería artesanal y el sombrero de paja toquilla.

El Santa Bárbara es un auríferos sin igual, del que Pedro Cieza de León dijo “muchos sacan en la batea más oro que tierra”. En efecto, de mi niñez recuerdo a mi madre jugar polvo de oro con un familiar nativo y de alto rango del Ministerio de Educación, en vez de maicena de hoy. Del metal precioso de este río se doraron los retablos de las iglesias de Quito y algunos de América, mientras los empresarios han llevado por arrobas, sin dejar nada a cambio.

La actividad se ha incrementado y ocasionado daños al medio ambiente y a los ríos de los páramos, sobre todo al Santa Bárbara y Alcacay y pocos ciudadanos como el doctor José Faicán Cabrera han levantado la voz de alarma. Hago memoria que en mi niñez pesqué, en un trecho del Santa Bárbara llamado Infiernillos, un bagre que ahora es la especie es extinta, por la contaminación de sustancias tóxicas como el mercurio.

Hace poco el periodista Segundo Cabrera pidió aclaraciones al burgomaestre sigseño sobre el asunto, entre ellas, lo paradójico que es recibir donaciones de empresarios mineros y a la vez demandar su exclusión. No dio respuestas convincentes y otra vez el reportero fue afrentado, esta ocasión por un alcalde menor.  Ojalá que antes que salga este artículo ha se haya decretado la acción de protección contra la minería indiscriminada en el Santa Bárbara y otros lugares patrimoniales de la Comuna de Indígenas San Sebastián del Sígsig.  (O)