Vendieron su alma diablo

Karina López Pino

Llegue a pensar que una vez más se repetía la anécdota de “La noche de los Giles” queriendo jugarnos una broma de mal gusto. Lástima todo es real y no hay escapatoria para un Estado enfermo de corrupción. 

Esta tan enfermo que su pus salpica por todo lado y se ha convertido en la noticia diaria.  

Ecuador agoniza en manos de unos pillos e incompetentes que lo único que han hecho es cobrar sus sueldos, beneficiarse del poder, robar, empobrecer y embarrar al pueblo. ¿Dónde están sus políticas para combatir el desempleo, la salud, la seguridad y una educación de calidad? El dolor humano no les importa, ¿cuántos ecuatorianos no tienen que comer? porque no pueden jubilarse, no tienen empleo y no hay dinero que alcance para comprar medicinas y tratamientos. 

Esa podredumbre de la corrupción avanza a paso agigantado. Ese mal exclusivo de los políticos ahora también embarra a algunos “profesionales de la salud” que cobrando un sueldo firmaron y autorizaron alrededor de 3 mil carnets de discapacidad. Otros más avezados obtuvieron su propio carnet para dar rienda suelta a la vanidad y la arrogancia de conducir autos de lujo comprados a mitad de costo. 

Definitivamente tanto descaro desestabiliza. Nuestra sociedad se está acostumbrando a la pérdida de valores en un discurso repetitivo y cansón de combatir la corrupción. 

Es de locos aceptar que funcionarios públicos del sector de la salud hayan sido parte de mafias corruptas. Hay gente preparada académicamente con valores y virtudes esperando una oportunidad para trabajar y algunas de esas vacantes están ocupadas por gente inmoral que busca beneficios propios. 

Están cobrando un sueldo que no lo merecen y robando a esas familias que ya mucho hacen con desgastar su energía, su vida y su dinero en  el cuidado de un miembro con discapacidad.  

Esos, los corruptos tienen tanta frialdad porque sus almas han sido vendidas al mismo diablo. Solo eso explica que puedan dormir en las noches sin que la consciencia les pese y les cause pesadillas. Ya no tienen temor, ni reparo. 

Los ecuatorianos estamos cansados de que se nos vea la cara una y otra vez con comisiones contra la corrupción que no arrojan resultados. La telaraña del robo, descaro y sinvergüencería crece y nosotros como pueblo exigimos justicia. Llegaron al límite esto ya no se puede tolerar y olvidar.