Grillete del orgullo

Marco Carrión Calderón

En la crisis de la moralidad que vivimos desde hace años –agravada desde el correato, indiscutiblemente- se destaca una serie de hechos y de expresiones que resultan de un cinismo increíble. Allí vemos al Alcalde de Quito, correísta de los buenos, involucrado penalmente en un tremendo caso de peculado y obligado a llevar el famoso grillete. Tradicionalmente ha sido para delincuentes, pero él dice que se siente muy orgulloso de llevarlo por haber hecho lo que hizo. A este paso habrá que enseñar a nuestra juventud que conseguir el famoso artefacto debe ser uno de los objetivos en su vida. Será motivo de vergüenza el morir sin haber tenido ocasión de que se les coloque el grillete de los delincuentes. Digo esto con cinismo y con amargura ¡A dónde nos ha llevado la corrupción y la desvergüenza de estos quince años!

En igual situación se encuentra la Prefecta del Pichincha, correísta también, y está muy feliz –quien sabe si se siente elegante- con su grillete en la pierna. Uno de los Alvarado, miembro destacado de la mafia de Alianza País se lo retiró, arrojó en algún campo y huyó tranquilamente. Y así, de lo poco que recuerdo en este momento ese “prestigioso” artilugio deja una estela de vergüenza y de rabia en este país en que, si bien la mayoría de gente es honrada, o aún no ha tenido ocasión favorable para dejar de serlo, está harto de tanto robo y sinvergüencería.

¿Cuántos pillos de este “morenato” infame tendrán que, “orgullosamente”, llevar grilletes cuando, en pocos meses, haya concluido? Claro, eso si es que la justicia tan lenta, tan manipulable, llega a juzgarlos y sentenciarlos. Ya hemos visto cómo un juez ordena la libertad de unos sujetos encontrados con un cargamento de cocaína, al presentar unas pruebas falsas de positividad para Covid -19. Y para esas personas, nada de grilletes. (O)