Cinco vicios del periodismo contemporáneo

Rubén Darío Buitrón @RubnDaroBuitrn2

Uno. El periodista cree que es dueño de los espacios que ocupa en el medio donde trabaja. Nada más lejos de la verdad: los únicos propietarios de lo que se piense, escriba y publique son las audiencias, los públicos, los ciudadanos. Y el rol del periodista es uno solo: crear y abrir esos espacios para generar grandes debates nacionales sobre los temas que más importan al país, a la región, a la provincia o a la ciudad.

Dos. A menudo se escucha que una persona le pide a un periodista que lo ayude y hasta le da las gracias, como si este fuera un pequeño dios que puede ordenar que se publique o no determinado tema y que la publicación influya en beneficio de esa persona. Aquí encontramos un problema de concepción de lo que es el periodismo: un instrumento de servicio a la comunidad, a la sociedad, no una herramienta para que la utilicen a su manera los grupos de poder (incluidos ciertos periodistas que creen tener bajo su mando un espacio que nos pertenece a todos).

Tres. El ciudadano ha empoderado demasiado al periodista en el Ecuador. Y el resultado ha sido negativo: el periodista se cree superior (?), no se prepara, no estudia, no se supera, no es autocrítico, no analiza, no reflexiona sobre el estratégico rol que desempeña como un peón más del ajedrez social en el cual no se mueve solo el periodismo sino muchísimas fuerzas sociales, económicas, políticas y gremiales que constituyen la dinámica de la vida cotidiana de un país.

Cuatro. El periodista cree que los dueños de los medios son sus jefes, con lo cual distorsiona de manera total el objetivo de su trabajo. El periodista es tan dueño de los instrumentos de trabajo, como diría Marx, como de la fuerza de trabajo. Precisamente en estos conceptos radica la fuerza del oficio como herramienta de servicio a la sociedad. El periodismo puede cambiar una sociedad si se lo propone desde la honestidad y desde la calidad, no desde el interés de determinado dueño, por lo general aliado de los políticos y de las fuerzas retrógradas que mantienen estancada a una nación.

Cinco. Ha llegado la hora de que el periodismo y los periodistas ecuatorianos tomen la iniciativa fundamental: encontrarle sentido profundo a su rol, a su papel, a su tarea. ¿Cuál puede ser ese sentido profundo? No cabe la duda. El periodista debe ser un vehículo de paz, de pensamiento, de inteligencia colectiva. El periodista tiene que mover las fuerzas esenciales de una sociedad a fin de que esta avance, progrese, sea capaz de distribuir bienestar, futuro, progreso a todos los sectores.

Como ven, si comparamos la teoría con la práctica, al periodismo ecuatoriano le falta ponerse de pie y caminar mucho, primero sobre sus propios pasos y, luego, acompañar el destino de una sociedad donde el rol mediático es clave. Hay que mejorar. Hay que superarse. Hay que capacitarse. Hay que humanizar el oficio. Hay que ser más humanos.