La lluvia amarilla

Hernán Déleg Pacheco

Un factor importantísimo, que contribuye a la propagación de la minería, en sí; y sus perniciosas consecuencias, es lo que hoy sucede en la región de Zaruma de nuestro país Ecuador, incluido la destrucción creciente de su entorno. Y es global. Se está produciendo en todo el planeta. Decir que estamos sentados sobre una olla de oro y estamos viviendo como «pobres»… es engañar a la gente. No va a cambiar, digan lo que digan los políticos. Y con dinero, menos. Los millones de dólares no se quedan en el campo rural, están en los pisos(casas) en las ciudades…

Igual sucede con la ayuda a la agricultura y ganadería en su gran parte, muchos agricultores y ganaderos viven ya en las capitales de las provincias, y muchos van a trabajar en el campo, como los profesores, los médicos… los curas…, lo que va despoblando el campo es el “consumismo». No porque la gente se haya hecho urbana de pronto…es un proceso que es imparable porque tiene que ver con el modelo económico, cultural y social vigente.

Al mundo rural de hoy más que despreciar se lo ignora; pues, en las grandes ciudades, hay más ruralismo en muchos de los barrios, y al revés más urbanismo en las periferias de muchas de nuestras ciudades. Entre otras cosas, porque gran parte de sus vecinos vienen del mundo rural y conservan su cultura y su manera de relacionarse…La televisión y el vehículo, llámese moto…lo han homogeneizado todo y el tejido social es el que es, es de origen campesino, y en los socavones de la minería, muchos proceden del campo, con un falso ilusionismo; en el trabajo minero no respeta su entorno y su salud. Al contrario, en su desesperación y su ofuscamiento por defender las migajas o gotas de la lluvia amarilla lo destruye y, de paso, se destruye él y su familia. (O)