El costo de la guerra

Eduardo Sánchez Sánchez

El mundo entró en preocupante situación, cuando la ágil comunicación nos hablaba de los anuncios bélicos de la gran potencia contra un pueblo que formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas, desde diciembre de 1922 hasta 1991, cuando la disolución socialista del tratado de Belavesh fragmentó esa gigante extensión 2,5 veces mayor que USA en 15 países independientes, con lo cual, se rompía la bipolaridad en el planeta y se podía pensar en un mundo multilateral. Fue el hambre y el descontento lo que dio lugar a la Perestroika (reestructuración), cuando Gorbachov se vio forzado a renunciar a la presidencia de un Estado cuya vida fue en el orden de 70 años. La Sombra de lo que fue la URSS persiste y es Rusia el mayor de los Estados, con una pesada influencia sobre los demás y de alcance mundial, en asuntos de geopolítica y economía global. 

La guerra nunca trae sonrisas, su conclusión sí. Es lamentable que el ser humano y su envanecimiento nunca aprendió de las experiencias, de las vivencias, del dolor y la miseria, de la pérdida de vidas humanas, del dolor de madres que perdieron a sus hijos, de la turbulencia que se genera entre los seres humanos portadores de armas destructivas, de las alarmas que anticipan el bombardeo y la muerte.

Riqueza es poder y poder es riqueza, cuantos minerales, petróleo, agricultura, posee Ucrania, y la posibilidad de que se integre a la OTAN, motivó que se prenda la chispa del belicismo y la invasión, así como la preocupación en el occidente planetario. Se alteró la vida de millones de seres humanos, se incrementó el número de desplazados, se usó violencia y agresión militar, el pez grande vive del pequeño. Es un viejo plan de desestabilización planificado por el poder del grande en afectación de los pequeños, y el mundo por el temor de la turbulencia atómica, mira al toro desde lejos. (O)