Radares para la pesca

Edgar Pesántez Torres

«Al que le caiga el guante, que se lo chante» es el adagio popular para insinuar de manera directa al que hizo una cosa mala o de modo indirecto, cuando sabe lo que hizo y debe pagar las consecuencias. Este preludio para hoy hablar de los famosos radares que ha sido asignado a una empresa con graves cuestionamientos.

Quienes conducen en la ciudad o en las vías intercantonales e interprovinciales han sido sancionados de manera imperceptible, por exceso de velocidad. Un mensaje llega al correo electrónico para notificar la infracción, que se lo demuestra por la captura de imagen por los radares escondidos en lugares estratégicos, en donde ni el ojo de un águila puede divisarlos. Estos radares no cumplen la función de educar o prevenir o mejorar las vías, son útiles y necesarios para las autoridades y empresas de control vial, quienes recogen dinero a raudales.  

Está bien que se controle la velocidad en las calles, avenidas, carreras y autopistas, especialmente en aquellas de alto flujo, lo que permite precautelar la integridad física y hasta la vida de las personas, sean dueños de los vehículos, usuarios o inocentes peatones, quienes sufren lesiones invalidantes o la muerte, por irresponsabilidad de choferes. 

Pero, para el control del tránsito y transporte todos tributamos con altos y numerosos impuestos, suficientes para el cumplimiento cabal de esta tarea. Los organismos pertinentes con su obesa burocracia no se crearon para auto solventase con multas que recauden: ¡no!, menos como medio ilícito de enriquecimiento. Cuando se tome conciencia de esto, se habrá ganado mucho.

Dizque para controlar la velocidad en calles y avenidas de esta ciudad se han instalado radares por doquier. Cuando hay buena fe y espíritu de concienciar al conductor, estas unidades Doppler se las debe ubica en sitios principales y muy visibles, más visibles que un semáforo ordinario, de tal suerte que sean instrumentos de advertencia, no trampas para recoger dinero.

Empleados de mala calidad no cumplen con la tarea de prevenir, sino que son acechadores y sancionadores para recaudar dinero. Para este abuso utilizan radares ubicados en “sitios estratégicos”: ocultos en árboles, matorrales, paredes, montículos, curvas… Este procedimiento sirve para meter la mano en el bolsillo de los conductores mas no precautelar la integridad de las personas ni educar a los conductores. (O)