Cuenca en la Academia (V)

Jorge Dávila Vázquez// Rincón de Cultura

Con Aurelio Falconí Zamora ocurre lo que con varios académicos, que pese a su lugar de origen, se los asimila a Cuenca. Él, de familia cañari, nació en Cojitambo en 1885, tuvo una larga, apasionante y accidentada vida que le llevó por todo el Ecuador y por distintas partes del mundo. Se le considera precursor absoluto del Modernismo en el país, no solo por alguno de sus libros, si no por las publicaciones innumerables en revistas especializadas, algunas por él fundadas y que se dedicaron a difundir las nuevas tendencias poéticas.

El total de su carrera cultural y literaria lo realizó en Quito y Guayaquil, y solo eventualmente en Cuenca, y hasta su muerte, ocurrida en 1970, permaneció lejos de esta ciudad.

Víctor Manuel Albornoz, otro nombre ilustre asociado a Cuenca, nació en Huancayo, Perú, pero él sí realizó la mayoría de su actividad académica en su ciudad adoptiva, en la que dejó honda huella intelectual.

Escribió y publicó varios volúmenes de poesía, biografías, estudios históricos -que siguen teniendo actualidad e importancia-,  fue periodista, considerado entre los precursores del moderno periodismo local, y, para mi gusto, su Prólogo a la obra poética de Alfonso Moreno Mora, cuya amplia selección la realizó él mismo, en 1951, es uno de sus trabajos críticos de mayor importancia, y, además, pone en conocimiento del público, desde una naciente Casa de la Cultura de la que fue Editor y Presidente, una de las figuras capitales de la lírica cuencana.

El Rvdo. Manuel María Palacios Bravo era un poeta verdaderamente grande, aunque no editó mucho ni le gustaba mostrarse al público en ciertos campos. Uno de sus méritos culturales mayores fue el impulso que le dio a la construcción de la Catedral de la Inmaculada, proyecto que administró con sabiduría y dedicación.

Agustín Cueva Tamariz fue una figura egregia de la intelectualidad cuencana. Sus estudios psicológico-literarios, siguen teniendo el mismo valor que tuvieron al tiempo de publicarse, como el notable sobre César Dávila Andrade, insuperable en su temática y estilo.

Luis Cordero Crespo tuvo una importante carrera política, que lo llevó a la Alcaldía de la ciudad; su presencia en las columnas periodísticas era continua y como poeta destacó por su sutileza y espíritu netamente religioso. (O)