Subdesarrollo político

Mario Jaramillo Paredes

Cuando se habla de países subdesarrollados y absurdos, se habla no solamente de la calidad de vida, sino sobre todo del subdesarrollo político.

Un país subdesarrollado políticamente -por ejemplo- es aquel en el que se destituye a una Vicepresidenta del Congreso por haber presentado una moción. Un absurdo tan grande -como decía alguien- como si se expulsara a un futbolista por cobrar un córner. Claro, en un país con una función legislativa anodina, presentar una moción debe ser un hecho casi sobrenatural.

Si a un pobre ciudadano se le ocurre estacionar mal su vehículo, se le juzga, es multado y se le quita puntos en su licencia de conducir. No se diga si estaciona en un lugar que obstruye la circulación. Sin embargo, en ese mismo país absurdo, nada pasa si cientos de choferes bloquean una ciudad e impiden movilizarse a todos.

Es un país absurdo aquel en el que un Presidente del primer poder del Estado organiza en la mañana a una Comisión mediadora para un conflicto y por la tarde vota para destituir a una de las partes en el conflicto, calculando que con esa jugada puede llegar a la Vicepresidencia del país y con un poco de suerte, o de otro absurdo, a la Presidencia.

Es un país absurdo aquel en el que los congresistas llaman a los ministros por cualquier adefesio, pero no hacen nada y tratan de tapar un hecho tan trascendental como el intento de destituir al Presidente de la Republica a través de un fraude en que el sistema informático ha sido adulterado para que cuando los diputados votan No a la destitución, el voto aparezca como SI.

Es un país absurdo cuando los más pobres (que se supone no tienen carro) paralizan violentamente al país para que se baje el precio de la gasolina, con lo que benefician a los más ricos (que tienen grandes y varios carros) a los narcos y a los contrabandistas.

El subdesarrollo no es solamente un concepto económico. En América Latina es sobre todo un concepto político, por obra de políticos subdesarrollados. (O)