La pasión por el fútbol

Más allá de ser una frase común, en el fondo resume el poder y la influencia del fútbol en el mundo. Es el rey de los deportes suele decirse. Sobran las razones.

Desde este domingo 20 de noviembre de 2022, la mayoría de los más de 8 mil millones de habitantes de la tierra ponen sus cinco sentidos en el Mundial de Qatar.

Como cada cuatro años, una pelota de fútbol y jugadores de 32 países se “roban” la atención de los hinchas, apasionados o no; generan alegrías y sinsabores; despiertan idolatría y antipatía; sacan a relucir chauvinismos y hasta enconos, cuando no suspicacias. En fin.

Habitantes de los países clasificados al Mundial, entre ellos los de Ecuador, viven desde ya con las pulsaciones a todo dar. Así estarán durante 29 días.

La selección ecuatoriana, integrada por jóvenes sedientos de gloria, tanto para sí mismo, como para el país, mucho más para el país, tienen el reto de demostrar su capacidad, su talento, su preparación física, su disciplina para aplicar la disposición táctica de su entrenador, sobre todo el orgullo de vestir la Tricolor.

En el fútbol se gana, se pierde o se empata, incluso hasta en los minutos de descuentos. Se clasifica o no a las siguientes etapas; pero debe quedar las huellas del esfuerzo dado hasta el extremo.

Nuestros futbolistas lo saben. Lo demostraron durante las eliminatorias.

Y esto lo debe entender el mundo futbolizado, es decir, los hinchas. No está por demás insinuarlo.

Deseamos lo mejor para nuestros jugadores y su cuerpo técnico. Su participación por sí sola también genera una dinámica económica, hasta para quien en una esquina vende gorras y banderines a fin de llevar el pan del día para su familia.

Ojalá el Mundial, casa adentro no nos distraiga de nuestros deberes como ciudadanos; peor a los políticos aprovecharse para confiscar la transparencia o plasmar sus propios intereses.
Con el un ojo en el Mundial; con el otro en el país. El primero, terminará; el segundo es eterno.