Comunidad y seguridad

Mario Jaramillo Paredes

Como casi todos se han vuelto expertos en seguridad con motivo de la trágica ola de delincuencia, me siento también con derecho a aportar a este delicado tema.

Me parece que una de las razones por las que se ha vuelto más difícil combatir la delincuencia y la violencia con la que actúan, es la destrucción paulatina que se ha dado en las últimas décadas del sentido de comunidad y de pertenecía a un grupo humano.

El sentido de “barrio” que antes era tan importante- en realidad vital- para los vecinos hoy prácticamente ha desaparecido, excepción hecha de muy pocos barrios tradicionales que sobreviven en las distintas ciudades.

Parecería existir una relación directa entre crecimiento de las ciudades y destrucción del sentido de comunidad y vecindad. En algunas ciudades pequeñas todavía se vive y se siente la vecindad. En las que más han crecido, casi ha desaparecido. El que vive al lado dejó de ser “el vecino” para convertirse en el que vive en el 3-A o el que arrienda la casa del frente.

En buena parte de los casos ni siquiera se conoce el nombre del vecino. Las reuniones-antes tan comunes- sobre todo con motivo de determinadas fiestas populares, hoy son una rareza. En los barrios populares todavía es frecuente que se mantenga esa vieja tradición, mientras en los nuevos es casi impensable.

La desaparición de ese sentido de pertenencia a una comunidad- el barrio- crea un clima ideal para que crezca la delincuencia. Cada uno vela por su seguridad, pero la solidaridad casi ha desaparecido, con las excepciones que en todo fenómeno social hay.

Es notorio en estos tiempos que los barrios unidos son en donde menos delincuencia se dá. “Ladrón cogido, ladrón quemado” es el sistema que se está aplicando. No es legal ni a veces humano porque se dan falsas alarmas y se podría castigar a un inocente, pero es la forma de reaccionar de algunas comunidades cuando la vigilancia policial no alcanza.

Recuperar el sentido de comunidad, inculcándole a niños y jóvenes, es una necesidad urgente, no solamente para la defensa de los intereses comunes sino también para volver a ser más humanos. Ser más parte de una comunidad y no solamente miembros de un club, un gremio o un partido. (O)