¿Cuándo todo terminó?  

David Samaniego Torres

No lo crean a destiempo. Hay acontecimientos que es necesario dejarlos pasar para después emitir un juicio valedero. Esto pretendo hacer hoy cuando estamos en miércoles de ceniza y nuestros carnavales son ya historia.

De todas las fiestas que nos agrupan, mediante la conservación común de ciertas costumbres, la del carnaval pienso que va adelante porque ni las fiestas patrias, ni las religiosas, nos concentran de manera grupal, familiar o de amistades. Con estos antecedentes permítanme un análisis de aquello que hemos vivido y no se inmuten si estas líneas contienen renglones de vivencias personales-familiares, porque eso he vivido y creo que eso han vivido muchos compatriotas en las diversas provincias. Al grano, entonces.

-De mis abuelos aprendieron mis padres y de ellos sus hijos: carnaval era una fiesta familiar con una larga preparación y con un disfrute intenso de dos o tres días. En los años en que aprendí y rendí examen de aquello que era el carnaval el campo era el escenario porque los abuelos tenían una propiedad apta para poner en movimiento todos los componentes de la fiesta. Con meses de anticipación se compraban uno dos chanchitos para engordarlos y tenerlos a punto. El día de los días muy de mañana se mataba al incauto, se lo chaspaba, comíamos las cascaritas y luego venía toda la faena que terminaba en potajes, uno de ellos, por la tarde, las apetecidas morcillas. Con ligeros cambios este era el programa de todos los años y de muchas familias.

-La maicena y las serpentinas servían para decorar el ambiente y el agua para borrar todo lo sucio o de mal gusto. Se creía que el agüita de carnaval no hacía daño, en consecuencia, los únicos que se salvaban eran nuestros abuelos, padres y los enfermos, reales u ocasionales.

-EL MIERCOLES DE CENIZA era un día de penitencia, de ayuno y abstinencia. Y las semanas venideras, hasta semana santa, cada viernes teníamos prácticas religiosas ad hoc para hacer de esos días una ocasión para repensar comportamientos y perfeccionar propósitos de enmienda.

Bueno, amigas y amigos, de El Mercurio. Ecuador nos pide repensar nuestra forma de entender nuestros valores cívicos. Horas negras se avecinan. Hay un complot en contra de la democracia. Se busca el poder para adherirnos a los países que perdieron ya su libertad y destino. Seamos ciudadanos cautos y sensatos. La Patria nos necesita.  (O)