Fe

ANDRÉS F. UGALDE VÁZQUEZ @andresugaldev

No si será mi naturaleza, un poco anárquica y ajena a las verdades absolutas, o mi irreductible aversión a laautoridad, pero lo cierto es que la religión me resulta un tema digamos que incómodo. Y por eso, por respeto y para ahorrarme mis juicios de valor, prefiero dejar que los pastores y sus rebaños se entiendan entre ellos, ocupándome de mis asuntos y sin meterme donde no me llaman. Algo así como dejar que le den “al César lo que es del César”.

Sin embargo, como siempre hay quien gusta de meter la nariz en la vida de los demás, hace poco, un piadoso ciudadano, preocupado por mi estatus espiritual (en Facebook diría: es complicado), decidió reclamar mi “falta de fe”. Y pues no, aquí hay algo que aclarar.

¿Fe? ¡Por supuesto que tengo fe! Cada vez que mi hija Sofía me dice que va al cine, yo creo que mi hija Sofía va al cine y no probar sustancias prohibidas o ponerse en riesgos innecesarios. Es decir, que tengo fe en ella como tengo fe en que, si algo anduviera mal, me lo diría. Y creo también, cuando la Gegi me dice que se va a tomar un café con la Vero, que la Gegi se va a tomar un café con la Vero, sin preguntas, escenas, persecuciones ni revisadas de celular. Le creo y ya está. 

Y creo también en mi país, tengo una fe irreductible en que este pequeño rincón del mundo va a encontrar el rumbo. Como le creo al tendero cuando me dice que el producto está fresco, como les creo a mis estudiantes cuando me dicen que fueron ellos los que resolvieron el examen. Y les creo, porque yo creo, y tengo una fe del tamaño de una montaña, en la humanidad, en la bondad, en la solidaridad y en todo aquello de bueno que tiene la gente. ¿Fe? Claro que tengo fe, toda la fe del mundo.

Dice la Biblia en Hebreos 11:1, que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Pues bien, ahí lo tiene…