¡Y encima mal!

Tito Astudillo Sarmiento

Se supone que las líneas de telefonía móvil son, de algún modo, privadas, que no existe una base de datos pública donde uno pueda consultar por el número de fulano, zutano o mengano.

Se supone que cuando uno entrega su número de móvil como información para facturación de una transacción comercial, la entrega con fin de cumplir un requisito de facturación, no como autorización de registro en base de datos para que diferentes call center nos integren en un atosigante modelo de invasión que, sin hora ni fecha irrumpe e interrumpe para ofrecer todo cuanto no buscamos, todo cuanto no pedimos, todo cuanto, en ocasiones ni queremos ni necesitamos.

De angas o de mangas, todos hemos sido incluidos, sin pedirlo y sin quererlo en la base de telemercadeo de diferentes marcas, empresas o voluntariosos promotores que parecen ignorar que el telemercadeo demanda estrategia para alcanzar una conexión que se sustenta en la confianza como base de la relación comercial.

De angas o de mangas todos comentamos la experiencia, ergo, el telemercadeo bien hecho puede sumar una venta, mal hecho reproduce la cadena de detractores que, cansados de los call center no solo bloquean el número, sino que condenan la marca.

Telemercadeo no es mandar un mensaje en cadena con un sinnúmero de imágenes y textos llenos de emoticones que dificultan su lectura desde un perfil con fotos que, lo último que convocan, es la confianza en la marca.

Telemercadeo es forma y fondo. Fondo a partir de la estrategia responde las preguntas ¿a quién voy a dirigirme? ¿qué voy a decirle? y ¿por qué va a escucharme?; enmarcado dentro del objetivo comercial que motiva el telemercadeo.

Telemercadeo es forma la conexión demanda confianza y la confianza nace de la confiabilidad que reside en la imagen y esta tiene un filtro que arranca por la imagen, una foto de perfil que identifique la persona y la marca; y, se confirma en el lenguaje, un mensaje de presentación y apertura de diálogo personal y transparente. (O)