O los protegemos, o los perdemos

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

El estreno de la última película de Pixar, “Elemental”, fue un rotundo fracaso. Los productores que invirtieron alrededor de 200 millones de dólares se fueron de bruces. La taquilla recaudó apenas 30 millones. Un valor por debajo de sus ambiciosos cálculos financieros. Es decir, no tuvieron ni para las colas.

Desde que Disney introdujo la agenda LGBT a todo lo que representa su marca, cada vez hay más personas que boicotean -en buena hora- todo lo que tenga que ver con esta empresa, la que hace algunos años era un referente de distracciones sanas para las familias.

Este film incluye a un personaje “no binario”. En otras palabras, alguien que no se reconoce como hombre, ni como mujer. Y lo alarmante es que está dirigido a niños de cinco años en adelante. ¡Qué idiotez! ¿Cómo es posible que trastoquen mentes ingenuas y puras con esta bazofia audiovisual? A pesar de las críticas y protestas de parte de padres de familia que expresaron su disgusto y rechazo al adoctrinamiento que Disney y Pixar quieren imponer a sus hijos, este emporio ha hecho oídos sordos.

Su directora dijo que hará todo lo posible para que, a finales del 2023, el 50% de los personajes sean LGBT. No estoy en contra de que dos personas del mismo sexo se amen, convivan y demuestren sus sentimientos guardando las formas como lo hacemos los heterosexuales. Si quieren que respetemos su manera de pensar y conducirse, deben respetar también la nuestra.

Lo que sí me indigna es que los lobistas de estos grupos quieran imponer su agenda. Estos parques de diversión cuentan con supervisores de la “diversidad”. Las hadas delicadas y femeninas que recorrían antes Disney World, hoy son hombres disfrazados grotescamente.  

Disney ha dicho abiertamente que seguirá adoctrinando a los visitantes de sus parques, ergo, los niños y niñas, quienes son las víctimas de este proyecto nefasto. Creo que esta posición debería hacer recapacitar, sobre todo a los que tienen hijos pequeños, para no visitar más este destino, como si fuera el único en el mundo. Y también para dejar de ver sus películas.

Muchos creen que vacacionar en Disney es como ganarse el premio gordo de la lotería. Piensen dos y hasta tres veces antes de regalar su dinero a un emporio que busca dañar irreversiblemente las mentes vulnerables de los pequeños.

O los protegemos, o los perdemos.  (O)