Reformas al IESS

Uno de los vicios del Ecuador es negarse a tocar, pero a fondo, sus graves problemas cuyas soluciones, si no son tomadas a mediano o largo plazo pasan factura.

Es el caso del IESS. Aun el afiliado o el jubilado menos informado o preocupado conocen o han oído hablar de tales problemas.

De los tantos, uno es el pago de pensiones jubilares cuya sostenibilidad financiera está en cedazo roto.

Dejar esa situación como está es seguir agravándola más. No es un asunto surgido ayer no más.

El Gobierno integró una comisión, precisamente para reformar ese tipo de pensiones.  Según uno de sus miembros, Augusto de la Torre, si no hay cambios profundos, a partir de 2027 no habrá dinero para cumplir esa obligación.

Esta realidad no es una fantasía. El sistema está en crisis. Lo saben hasta quienes se oponen a los cambios, cambios pero profundos, no coyunturales, peor políticos, ni anquilosados en esa “filosofía” de todo esperar del Estado, incluyendo el pago de su deuda.

Los cambios propuestos por la comisión, entre ellos, rediseñar el cálculo de las pensiones jubilares (aportes, porcentajes, edad, etc.), no son vinculantes.

Pero, insistimos, toca uno de los puntos más críticos del IESS. Su debate no debe soslayarse, tampoco amenazar con paros, ni mostrar fantasmas en pleno día, como aspiran quienes, cuando se eliminó el aporte del 40 % del Estado para las jubilaciones, guardaron silencio cómplice, acaso por miedo al gobernante autoritario de la época.

 La crisis del IESS es estructural. Y como tal debe entendérsela. Merece un tratamiento profundo, con el aporte de todos los involucrados, pero en base a la realidad; más allá de las ideologías, del Gobierno de turno, de cómo entender la solidaridad, pilar fundamental de la seguridad social.

Hay un amplio segmento de afiliados, jóvenes por lo general, cuya visión del país, del IESS, es diferente, y, al parecer, no está inmerso en la discusión.

O se aplican reformas estructurales; o el IESS sigue a la deriva.