Campaña Electoral

El Consejo Nacional Electoral ha dispuesto el inicio de la Campaña Electoral. A primera vista, esta afirmación parece remitir a una noticia pasada dado que la actividad proselitista se encuentra totalmente activada en el territorio y la publicidad se difunde sin mayores controles a través de las redes sociales. Por consiguiente, no parece que se haya dado comienzo recientemente a esta fase del proceso. No obstante, de manera oficial, la campaña tendrá lugar desde el 13 de julio hasta el 17 de agosto.

En teoría, el propósito de una campaña política radica en proporcionar al electorado los elementos necesarios para tomar una decisión fundamentada basada en información relevante y oportuna. Lamentablemente, esta función de la comunicación electoral se encuentra lejos de cumplirse. En primer lugar, ello se debe a que las expectativas de la población, desilusionada con la clase política, se encuentran en constante descenso. No es que los temas no susciten interés; por el contrario, la inseguridad, la falta de empleo, la vialidad, la atención sanitaria y la educación constituyen preocupaciones cotidianas. En segundo lugar, porque estas posibles no se debaten debidamente y, en caso de abordarse, se presentan bajo narrativas polarizadoras y estigmatizantes.

Las campañas políticas, cada vez más convertidas en plebiscitos emocionales, han volcado sus mensajes hacia la manipulación de los sentimientos con el objetivo de captar la atención y, quizás, obtener el voto. En última instancia, la feroz competencia que se está gestando no solo tiene como objetivo conquistar el voto, sino también hacerse con el escaso tiempo de escucha que tiene el ciudadano.

El panorama ecuatoriano no es el más propicio para dar inicio a la campaña electoral; sin embargo, es el que la ciudadanía se ve obligada a afrontar. Por ello también representa una oportunidad para que los demás actores involucrados en el proceso, tanto políticos como medios de comunicación, se comprometan a ofrecer espacios de mayor profundidad en el debate y en la presentación de propuestas. De este modo, la ciudadanía podrá beneficiarse de un proceso que siempre debió haber sido una oportunidad para fortalecer la democracia.