¡Nos llegó la hora!

David Samaniego Torres

Amigas y amigos de EL MERCURIO, exalumnos, parientes y amigos varios, ecuatorianos ávidos de un mañana mejor, en pocas palabras. Nos llegó la hora, es ahora o nunca, salimos del resbaladero con la frente en alto o nos dejamos llevar por el lodo y descendemos hacia insondables espacios en un viaje sin retorno. No es literatura. No son frases escogidas. Es una descripción somera de aquello que se juega Ecuador el próximo domingo, 20 de agosto del 2023, un día de nuestro calendario destinado a convertirse en una fecha de espontanea recordación: ¿nefasta o gloriosa?  Como nunca el futuro está en nuestras manos, en nuestro voto.

Fernando Villavicencio ya no está entre nosotros, físicamente. Su cuerpo, en ceremonia parca y solemne, cargada de recuerdos, lágrimas, promesas y enojos, ocupa hoy un espacio de reposo, mientras su espíritu justiciero se anida aceleradamente en los ecuatorianos cansados de vivir los día a día llenos de dudas, perplejidades y temores.

‘Ser o no ser’, aprendí en las aulas de mi colegio y de a poco se fue convirtiendo en una forma de ser y de vivir. Este es el mensaje central de estas líneas, amables compatriotas que me dispensan unos minutos. Quienes llevamos a nuestras espaldas más de ocho décadas de vida, recordamos horas difíciles de nuestro convivir nacional en las que, al igual que hoy, tuvimos que dar un alto a nuestra irresponsabilidad y quemeimportismo y sentarnos a pensar en la Patria y a deliberar a su favor. Hoy nuevamente, y con mayor urgencia, esa hora ha llegado.

Fernando Villavicencio, asesinado este nueve de agosto, desciende a la tumba con un mensaje. Muere por sus ideas, por sus denuncias, por aquello que sabía de torcido y por lo que pretendía enderezar; se nos va de nuestras miradas dejando, horas antes de su muerte, propósitos de erradicar el mal y de usar la fuerza necesaria para sanear nuestro corrupto quehacer político.

La votación del 20 de agosto, de una u otra forma, marcará un antes y después en la vida de quienes nos cobijamos con el Tricolor nacional. Paz, respeto, armonía, trabajo, justicia social, libertad, emprendimiento o la barbarie: atropellos, persecuciones, pérdida de la libertad, masacres, odios y revanchas … el principio del fin.

Lo hice antes, lo repito ahora: jóvenes, adultos y ancianos. El domingo próximo nuestra cita es en las urnas. ¡Nos jugamos la vida! (O)