Una marea tricolor en el Desfile Ecuatoriano de Queens, New York

Las banderas ecuatorianas ondean cuando se realiza el desfile en Queens. Andrés Mazza

Si uno pensaba que solo en los partidos de la selección del Ecuador se veía a la gente usando la camiseta amarilla, estaba en tremenda equivocación. Basta con ser parte del Desfile Ecuatoriano que organiza año a año el Comité Cívico Ecuatoriano de New York para darse cuenta.

El pasado 6 de agosto, en Queens se llevó a cabo la edición 40 de un desfile que ya se ha vuelto una tradición para los ecuatorianos que están radicados en New York. Su importancia radica en que, en el evento, las personas que salieron de Ecuador tienen la oportunidad de disfrutar y acercarse a él.

La música, los bailes, los dichos, la gastronomía propia de los ecuatorianos se reúnen en un solo espacio. A lo largo de una docena de bloques se forma una marea amarilla que recuerda a su país.

“El desfile es un momento para encontrarnos y ver lo que hacíamos y veíamos en Ecuador. Recordamos nuestra música nacional, recordamos su cultura, sus tradiciones. Es bonito ver porque nos sentimos cerca de nuestro país”, dijo Lucía Morales, una ecuatoriana que ha asistido a tres ediciones del desfile.

La gente, ubicada detrás de vallas, saluda a todas las personas que el Comité Cívico invita año a año. Por eso es que los espectadores pueden observar las características de cada una de las regiones del Ecuador representadas en la Northern Boulevard, la calle por donde van y vienen distintos personajes.

Mientras el desfile avanza, los comerciantes no desaprovechan la oportunidad para vender las camisetas de la selección, para vender pañuelos, casacas, o cualquier elemento que esté marcado por el amarillo, azul y rojo.

Al otro lado, los carros alegóricos, con sus representantes, se pasean y saludan a quienes han llegado de cerca y de lejos para ser parte del desfile.

Entre los que saludan están los de la Crónica Roja, la banda que alienta al Deportivo Cuenca. En motos y con banderas del Expreso Austral atrajeron los ojos de los espectadores de un desfile que espera continuar siendo un evento de encuentro con el Ecuador.  

“Es bonito tener a nuestra gente aquí. Este tipo de actividades nos hace recordar lo que tuvimos que dejar. Ver las costumbres, poder reír, bailar, salir un ratito del trabajo al que estamos dedicados”, opinó Alexander Rodríguez, un joven cuencano que llegó a New York hace seis meses. (I)