Vanidad de vanidades

Marco Carrión Calderón

Al concluir una Presidencia fracasada y desastrosa para el país, el saliente Guillermo Lasso no pudo encontrar mejor forma de hacerlo que publicar un libro sobre el período que le tocó gobernar en el que sin ninguna vergüenza hace reseña no solo de las pocas gestiones exitosas cumplidas sino hasta de los “proyectos” incumplidos, y un montón de fotografías en las cuales se presenta sonriente para tratar de aparentar un éxito del que careció completamente su gobierno.

Nos resultó ser un personaje carente, no solo de sinceridad para aceptar sus errores, múltiples por cierto, y hasta sus gestiones fracasadas, un señor carente de sentido común para ver lo que ha hecho mal y no volver a caer en los mismos errores.

Nos resultó ser un viajero hasta sin razón pues, a las invitaciones que, de compromiso se hace a un Presidente, él estuvo entre los primeros en llegar, viajó más de lo conveniente para hacerse fotografías y videos con toda personalidad destacada que estuviera a su alcance. Esas son demostraciones evidentes de su deseo de figurar, de aparecer en las fotos para el álbum de los recuerdos. Es de suponer que también habrá buscado “conexiones valiosas” para sus negocios como banquero.

Y, a propósito, nunca vamos a entender como quien se nos presentó como un banquero exitoso vino a ser un funcionario tan malo. Lo más probable es que el éxito del banco de su propiedad sea producto de la gestión de los funcionarios subalternos y que él simplemente se llevó las glorias por ser el dueño y capitalista principal.

La inseguridad que no ha podido detener, más bien que se ha elevado de manera significativa e increíble a pesar de sus declaraciones y “estados de emergencia”, una corrupción increíble en su gobierno y hasta en las fuerzas policiales y militares que él parece no ver, o quizá trata de ignorar y hacernos creer que no existe. Fue además encubridor de delincuentes como su cuñado.

Trató de convencernos de que su pésimo gobierno y falta de ejecutarías era culpa de la Asamblea Nacional, que por cierto fue todo lo desastrosa que se pueda ponderar, llena de gente mediocre y sin formación, pero cuando fue disuelta y quedó solo tampoco pudo hacer nada ni siquiera mejorar su imagen. (O)