Repensar nuestra historia…

Tito Astudillo y A.

Definitivamente, la lectura de los ensayos contenidos en el libro, “La Hacienda azuaya y otros temas de nuestra historia regional”, de Manuel Ignacio Carrasco Vintimilla, ratifican la propuesta que, en referencia a literatura, hiciera en su momento María Rosa Crespo, cuando decía “esta por re-escribirse nuestra historia…”o  la de Gabriel Cevallos García, traída en la introducción de este libro por el autor, “hay que repensar la Historia del Ecuador” que, en lo que se refiere a nuestra historia regional, es de lo que se trata en este compendio, que me acompaña, desde hace algún tiempo, como texto de consulta, amena, evocadora e ilustrativa lectura.

A flor de piel, las reflexiones de Manuel María Muñoz Cueva, el autor de Cuentos Morlacos y Otra vez la tierra morlaca, cuando visitando Ingapirca en autoferro nos quedamos en la hacienda San Pedro, a orillas del río homónimo, para iniciar el ascenso a la parroquia y a complejo arqueológico decía, con la terminante elocuencia que le caracterizaba, joven si esta hacienda hablara nos contaría tanto y tanto de nuestra historia…” e insistía en que la hacienda es una institución forjadora de toda una “cultura de hacienda” que se manifiesta en la cotidianidad individual y comunitaria del habitante rural del austro y del país en general, más allá del simple espacio geográfico, una unidad productiva con su gente interactuando, saberes, usos y costumbres, tradiciones, relaciones y conflictos. Su lectura también me lleva a esa secuencia de hermosas villas solariegas La Envidia, El Trébol, la Quinta Bolívar y la Casa Chaguarchimbana con sus inmensos murales y al barrio de Las Herrerías de herreros, caballos y arrieros; me devuelven esos interminables contrapuntos coloquiales de mis “chispos” tíos curuchupa y liberal: Viva Vega abajo Alfaro, viva Alfaro abajo Vega, que retumbaban y se disuelven en eco; a innumerables romerías y andanzas por las huellas culturales dispersas en la región…en fin.

La lectura de este libro es una delicia para la sensibilidad y cátedra abierta en la medida que aviva saberes presentes en el imaginario y orografía regional y nutre de conocimientos que nos permiten, entender y apropiarnos de espacios, acontecimientos y protagonistas que forjaron nuestro porvenir como pueblo, como país, como región, como provincia y como la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad que hoy habitamos y nos habita. (O)