Deficiente manejo de desechos tecnológicos en Ecuador

En un tacho de basura ubicado en La Mariscal, en el norte de Quito, las fundas se desparraman. El recolector municipal no pudo levantar el recipiente. Los tres obreros de la empresa Emaseo tuvieron que desalojar las fundas manualmente. Al fondo del tacho había una mini refrigeradora y una televisión antigua, que habían sido depositadas allí. Es una escena frecuente.

En los sitios de recolección de basura es común que se deje computadoras, laptops, teclados, microondas, refrigeradoras, planchas, celulares… La generación de basura tecnológica se ha convertido en un problema porque se está mezclando con la basura diaria que se genera en los hogares.

“Hay chambeadores que recorren toda la ciudad, pero no alcanzan a cubrir todas las zonas. Tenemos problemas porque una refrigeradora no entra en el recolector. Es frecuente encontrar cartones con planchas, juguetes, pilas y de todo un poco”, cuenta José Toapanta, inspector de recolección de la zona norte.

Las cifras del Ministerio del Ambiente revelan que desde el 2020, el país produce 101.000 toneladas al año de desechos tecnológicos y sigue incrementándose. Ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca son las que más generan cada año y no hay una política de manejo ambiental.

Es un problema que sigue creciendo y es una amenaza para el medio ambiente. Según un estudio de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el mundo se generan 50 millones de toneladas de desechos eléctricos y electrónicos por año. ¿Cuál es el riesgo de este tipo de desechos? Carlos Pérez, ingeniero ambiental, explica que cada uno de los aparatos que son parte del desecho puede tardar cientos de años en degradarse.

Explica que la basura electrónica es un peligro para el planeta y para la salud humana. Así, por ejemplo, la batería de un celular contiene arsénico y cadmio, Estos químicos son peligrosos y pueden producir enfermedades respiratorias. “La pantalla de vidrio de un celular o una televisión puede demorar unos 3.000 años en desaparecer por completo, su estructura plástica y los componentes eléctricos unos 300 años.

Una batería unos 150 años”, calcula el especialista. Pérez advierte que el problema de la basura ambiental no solo es de los hogares. Existen grandes empresas industriales que están gene ando y guardando los desechos tecnológicos sin saber cómo manejar esta producción.

El otro sector donde también hay estos problemas son las entidades públicas. Aunque el Ministerio del Ambiente no tiene cifras oficiales, la entidad reconoce que toda dependencia pública tiene bodegas con equipos tecnológicos que no pueden ser destruidos porque son parte de informes de Contraloría o están siendo auditados. No hay una clasificación que permita diferenciar los equipos que ya podrían ser reciclados.

El Ministerio del Ambiente prepara un programa para el 2024. Allí se buscará articular un mecanismo de manejo más adecuado. Una alternativa es articular el retiro de los desechos de las viviendas con las personas que ya trabajan en reciclaje con sus vehículos, pero el plan es mejorar la manipulación de los objetos. Esto espera ser articulado con los Municipios para establecer un mejor manejo ambiental.