La familia es la fortaleza de las marchistas Paola Pérez y Paula Torres

En la mayoría de entrenamientos, Paola Pérez tiene la compañía de su esposo Juan Matute, de su hijo Abraham y de su mascota Rox. Foto El Mercurio/Bolívar Sinchi.

Juan Matute tiene en sus brazos a Abraham. Luego le coloca en un coche y acompaña a su esposa Paola Pérez para que no desmaye en la última parte del entrenamiento por el sector del coliseo del Colegio de Ingenieros Civiles del Azuay.

Por su lado, Hover Torres está atento al pedido de su hija Paula para acercarle la hidratación sin que ella detenga su marcha muy pegada a la vereda para evitar ser arrollada por algún vehículo.

La familia es el pilar fundamental de las dos marchistas azuayas que buscan la marca olímpica en 20 km con apoyo técnico de Julio Chuqui.

El pasado 21 de diciembre, Pérez cumplió 34 años. Busca su cuarta participación olímpica tras competir en Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2021.

Torres, de 23 años, mantiene viva la ilusión de debutar en París 2024 pese a no tener un respaldo económico del Estado ni de algún ente privado.  

Ser mamá

‘Pao’ confiesa que aún le cuesta adaptarse al giro que dio su vida con la llegada de su primogénito, pero los momentos que pasa junto a él no lo cambiaría por nada.

“Siempre pienso en mi hijo, en mi familia. Creo que van a ser mi motivación siempre. Abraham está chiquito. Ver su sonrisa, sí me hace pensar en cómo haría para decirle que tengo que viajar y dejarle. Llevarle a todo lado conmigo también es algo que he pensado y planificado con mi esposo”.

Hace dos meses recién se reincorporó a los entrenamientos. Su última competición oficial fue el Campeonato Mundial de Oregón, el 22 de julio de 2022.

Primero, el médico le recomendó una para obligada por una lesión crónica en su cadera a causa de los años que lleva en la actividad. Ni las infiltraciones de plasma sirvieron para apaciguar el dolor que sentía y que, en algún momento, incluso le impedía agacharse para amarrar el cordón del zapato.

Después, el parto por cesárea le tomó un tiempo extra del que tenía programado para retornar a las pistas.

Descanso

Por momentos le desespera un poco sentir que le cuesta recuperar el nivel que tenía antes a puertas del Nacional de Marcha que será en febrero, en Machala.

Sus horas de descanso no son las mismas de antes, más cuando en la madrugada atiende el llamado de su bebé, quien sigue con lactancia materna exclusiva por recomendación médica.

En junio de 2024 termina el plazo para los deportistas que buscan clasificar con la marca mínima en 20 km marcha (1h29m20s). “Vamos a trabajar lo mejor posible, tampoco quiero apresurarme, hacerme una falsa ilusión, no clasificar y tal vez frustrarme”.

La lesión en la cadera, que debe de llevar de por vida, también es algo que debe cuidar. “Uno está pensando en recuperar el nivel, pero sin poner en riesgo la salud. Tampoco quiero a la larga lastimarme y que después no pueda hacer actividades con mi hijo”.

Si no es París, será Los Ángeles 2028. “Quisiera viajar con mi bebé y con mi esposo a unos Juegos Olímpicos y pienso que es factible”. Por ahora, disfruta unas festividades distintas con su hijo. “Mi pequeño Abraham es mi regalo más grande”.

La frase

“A veces quiero soltar la toalla porque mi bebé es mi prioridad, pero él me impulsa a seguir luchando día a día. Es duro, complicado, pero sé que podemos salir adelante. Mi esposo y mis papás me han ayudado bastante”.

Paula Torres tiene el apoyo de su papá

Hover Torres está presto a llevarle la hidratación a su hijo mientras entrena en el sector del coliseo del CICA. Foto El Mercurio/Bolívar Sinchi.

Don Hover Torres perdió meses atrás a su esposa. Fue un golpe para la familia, incluida Paula, la última de cinco hijos.

“Estoy muy contento de acompañarle al entrenamiento, ellos no descansan en los feriados, su actividad mismo les obliga a entrenar para los retos que se les viene”.

A sus 55 años demuestra estar en buena forma física mientras corre junto a su hija cuando le pide que le ayude con la hidratación. “Destaco de ella sus ganas de continuar y ser grande. Ahora apunta a los Juegos de París”. 

Juntos toman el bus para llegar al lugar pactado para los entrenamientos. Paula compitió este año en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile.

Está convencida que hubiera puesto la marca olímpica. Al final nadie pudo hacerlo porque el circuito no tuvo el kilometraje reglamentario.