Cada 31D

Tito Astudillo Sarmiento

Soy tres, sostiene Clementina Suárez: mi sueño, mi poesía y yo; y lo cito debido a que, en la cornisa del tiempo tendemos a mirar atrás, evaluar y hacer un propósito con el cual recibir el nuevo año.

En dreams Hughes nos regala una idea profunda: si los sueños mueren, la vida es como un pájaro de alas rotas; perfilando así el marco que encierra el profundo contenido de los sueños en tanto la primera creación: la imaginación.

La poesía, para volver sobre Suárez, equivale a la segunda creación, lo manifiesto, el camino que recorremos; ese camino en que nos construimos: las metas que alcanzamos y los tropiezos de los que nos levantamos; que largo sea el viaje, que largo sea el camino y que aprendamos a sorber con paciencia y prudencia cada sabor que la vida nos convida.

Finalmente, el yo, el resultado de nuestros compromisos y la determinación con que los sostenemos; ese equilibrio que se construye sobre el trípode: Inteligencia – Voluntad – Trabajo: inteligencia para trazar el camino, la voluntad para recorrerlo y el trabajo para avanzar en cada jornada.

De aquel aprovecha el tiempo a través del cual Whitman nos dice: “no dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz”, hacia los restos del día en que Ishiguro nos cuenta sobre la dignidad en que se sostiene la felicidad de una vida bien vivida…

Cada 31 de diciembre es umbral, el umbral del tiempo que pretendemos controlar, el umbral que cruzamos con la ilusión del tiempo que será, del tiempo que queremos que sea, del tiempo que soñamos abrazar.

Cada 31 de diciembre es euforia, la euforia contenida en el aliento que se proyecta un paso adelante, mientras el mundo se apaga en las llamas que saltamos para dejar atrás aquello que ya no es parte del viaje y, sobre las que proyectamos lo que queremos alcanzar.

Cada 31 de diciembre es abrazo fraterno de un auguro recíproco, que lo que viene sea bueno, sea mejor, sea tuyo, sea nuestro…

FELIZ 2024 (O)