Bibliotecas humanas

Nancy Negrete Martínez

Las bibliotecas humanas se crearon por el año 2000 en Copenhague, resultado de una inspiración de cuatro jóvenes que firmaban en su lema: “no juzgues a un libro por su cubierta; no juzgues a una persona por su aspecto”, donde buscaban mirar más allá de las apariencias e ideas preconcebidas sobre los demás.

Un grupo de personas está “en préstamo” a los lectores para que sean contestadas cualquier tipo de preguntas, por un lapso de media hora. La característica de quienes se ofrecen como libros humanos, de manera voluntaria, suele ser, por lo general, algún grupo vulnerable: emigrantes, enfermos, refugiados, discapacitados; aunque también están artistas, deportistas, psicólogos, médicos, periodistas y todos aquellos quienes llevan historias que deben ser conocidas y compartidas en esta aventura a la que llamamos vida.

La biblioteca humana tiene una concepción más solidaria con la comunidad y se convierte en una conversación donde desafía los prejuicios, compartiendo historias personales que, en muchos casos, nos parecen tan alejadas a nuestra realidad y entorno. Esta propuesta promueve una convivencia más respetuosa, empática, tolerante, justa, inclusiva; es decir, más humana. Se espera que al compartir las vivencias se aprenda de otras realidades; se reflexione sobre aquellas historias apasionantes, llenas de vida y de experiencias que nos engrandecen como seres humanos.

Esta iniciativa nos recuerda, además, que hay alternativas a un mundo hiperconectado, al que le hace falta más conversaciones, interacciones, contacto humano. Estos espacios nos enseñan a escuchar a los demás, a prestar atención, a tener una mirada abierta al momento de “conocer al otro” y que admiremos más a quienes están cercanos a nosotros. De igual manera, todos podemos ser un libro, porque cualquiera tiene una historia que contar a aquellos que estén dispuestos a escucharnos. (O)