S.O.S Cotopaxi

Ana Abad R.

En esta frágil democracia que nos queda, militarizar las comunidades campesinas que se resisten a la minería es una más de las deplorables decisiones del señor Noboa que, en tan poco tiempo de su mandato y de la manera más indigna, pretende vender el territorio ecuatoriano. Acusar de terroristas a los comuneros de Palo Quemado y Las Palmas en el cantón Sigchos, por defender su espacio vital, no sólo es un despropósito y una afrenta al sentido común sino que es, además, una flagrante violación a los mandatos constitucionales. El rechazo a la política extractivista va extendiéndose en todas las regiones del país y son cada vez más los colectivos y las voces que desde diferentes sectores sociales vienen pronunciándose; por tanto, mal haría el “huésped temporal” de Carondelet o los grupos vinculados a los perversos intereses mineros no escuchar la voz del pueblo. Demonizar a un dirigente para señalar que hay manipulación e intereses políticos es menospreciar el pensamiento de los pueblos y nacionalidades indígenas y de los miles y miles de ciudadanos que, sustentados en principios científicos y económicos, dicen NO a la Minería. Señor Noboa, defender el territorio no es un acto terrorista, es rechazar el ecocidio que su Gobierno está cometiendo. (O)