Vía crucis judicial

José Chalco Salgado @jchalco

Más de catorce estaciones se viven en el Poder Judicial. Con episodios lamentables. Desorden y caos. Desinstitucionalización y silencio. Desobediencia y abuso. Descontrol e irrespeto al orden constitucional.

 El Poder Judicial, con muy pocas excepciones y que están difíciles de encontrar, afronta una crisis enorme. Jueces, fiscales, funcionarios y abogados, parte de un sistema corrompido, de pago y favores. De audacia y bravucones. De ausencia de criterios jurídicos e incomprensión de principios e instituciones.

Seamos serios. Cuando un abogado se gradúa en la universidad hace un juramento: cumplir fielmente la Constitución y las leyes de la República. Es un juramento propio, no ajeno, no de otro. Es de uno mismo. Entonces, ¿cómo puede no valer nada y asociarse con organizaciones ilícitas? Es sustancial reconocer que luego de los casos Metástasis y Purga, el Poder Judicial no es ni será el mismo. La confianza en él ha caído.

El concurso de los nuevos jueces debe comprender que se requiere sanear al sistema y aquello pasa por cumplir la Constitución y la Ley. El Reglamento para el concurso se inventa que para puntuar un externo del Poder Judicial (académico) requiere 12 documentos que le darán como máximo 24 puntos. Si es un juez o fiscal, de adentro, basta y sobra con 6 documentos que le darán los mismos 24 puntos. Parece broma. Pero sí. Privilegia a los mismos.

Mientras la Constitución señala los requisitos para ser juez de la Corte Nacional: 1. Ecuatoriano y gozar de derechos políticos, 2. Título de tercer nivel en Derecho, y 3. Ojo. Haber ejercido con probidad notoria la profesión de abogado, judicatura o docencia universitaria por un lapso mínimo de 10 años; el Reglamento inventa que se valorarán los méritos exclusivamente a partir del undécimo año de graduado (a partir del año 11). Elimina lo que haya realizado el candidato en los primeros 10 años. Como si la trayectoria de una persona no empezara durante toda su vida profesional, e inconstitucionalmente (léase direccionando) se establece una absurda regulación (léase barbaridad).

El concurso de jueces para la Corte Suprema del año 2005, que fue serio y designó a notables juristas del país, lo primero que hizo fue presentar a la Comisión calificadora. Valoró toda la experiencia (trayectoria) de un candidato sin vergonzosos inventos. Y entendió que lo más importante era legitimar el proceso. Hoy, el vía crucis judicial caminando -a ciega o sabiendas- al Calvario. (O)