Como todo futbolista profesional que aspira mantenerse en el ámbito que le apasiona, Mauricio Alvarado soñaba con ganarse un nombre como entrenador de arqueros en la Primera División de Ecuador.
Cuando Deportivo Cuenca le dio el empujón que buscaba, su vida dio un giro de 360° grados. Hoy es un inmigrante que, como muchos, tuvo que hacer lo que nunca imaginó siquiera para adaptarse y sobrevivir en Estados Unidos.
Alvarado formó parte del cuerpo técnico del Deportivo Cuenca encabezado por el venezolano Richard Páez. El 1 de agosto de 2018, los morlacos eliminaron en la segunda fase de la Copa Sudamericana al boliviano Jorge Wilstermann, en Cochabamba.
La directiva entregó al plantel un premio económico por el objetivo alcanzado. Aquel momento de gran alegría se transformó en una pesadilla para el cuencano.
“Un grupo delictivo me llamó y pidió que le entregara el premio económico. Me amenazó y amedrentó a mi familia. Mi vida corría peligro en Ecuador. Tuve que ‘pagar’ para que no me lastimaran y no me hicieran daño. Al verme solo, desamparado, incluso por la policía, con miedo tuve que venir para acá con mi familia”. Tenía la visa de turista.
Empezar de cero en Estados Unidos
Jorge Llivisaca, hincha del Deportivo Cuenca, le recibió, sin conocerle, en su casa en Nueva York. El futuro era incierto; el idioma, extraño.
“Para pedir una hamburguesa, que era lo que más se podía pedir es ese momento, era a señas. Tampoco es que vinimos con mucho dinero. Nada más con 800 dólares. Lo único que nos había quedado y lo que habíamos podido reunir en Ecuador”.
Conforme transcurrían los días y las necesidades aumentaban, Alvarado trabajó en la albañilería, en la insulación de paredes, en la pintura, en la reparación de techos y, en tiempos de pandemia, incursionó en el arbitraje.
“Me ayudó mucho haber trabajado con el ‘enano’ (Geovanny) Vásconez en su cancha sintética (Metegol). Me sirvió para tener un ingreso extra”.
“Hicimos un montón de cosas de las que tampoco nos arrepentimos porque nos dio fuerzas de flaqueza… Gracias a Dios podemos decir que seguimos en el proceso de seguir creciendo como personas y profesionales, pero un poco más alineados a lo exige este país”.
Emprendimientos de Mauricio Alvarado
Sin olvidar los valores que le inculcaron sus padres, como el sacrificio, el esfuerzo, la honestidad, Alvarado encontró la manera de desenvolverse en el área que le apasiona.
Durante los 6 años que radica en Estados Unidos, pudo crear dos empresas legalmente constituidas en la Florida. La liga amateur de fútbol ‘All Star League Tournaments’ y el food truck (camión de comida) ‘Sport Planet’.
El food truck empezó siendo una “carpita” donde vendía chifles, doritos, galletas y sánduches de pollo. Ahora ofrece comida y bebida a los deportistas que asisten a las canchas.
La Liga de las Estrellas le compró, hace tres años, a un mexicano con 18 equipos. Ahora tiene 40 equipos con jugadores mayores de 18 años y de distinta nacionalidad, la mayoría latinoamericanos.
“Sé que es gente que trabaja duro durante la semana y mi liga les brinda un espacio donde pueden disfrutar del rey de los deportes y salir un poco de lo duro que es trabajar desde las 05:00 hasta las 19:00 u 20:00”.
Pronto espera tener los papeles que le den un poco más de estabilidad en Estados Unidos. Mientras llega ese día, está feliz de haber podido hacer que sus hijos completen los estudios y de brindar trabajo, cada fin de semana, a 15 personas de diferentes nacionalidades.
“Gracias Dios puedo manifestar que trabajando duro en Estados Unidos uno puede alcanzar muchos éxitos no solo económicos sino personales”.
Sueño latente por cumplir en le fútbol
Las noches, de cada viernes, se ocupa en la Academia de Arqueros que la comparte con un socio italiano. Entrenan de 30 a 40 niños.
“Me tiene feliz la confianza del ciudadano americano, los padres que han dejado el crecimiento deportivo de sus hijos en mis manos, eso me da la pauta que estoy haciendo las cosas de manera correcta”.
Uno de sus objetivos es entrenar arqueros en la Major Soccer League, Primera División de Estados Unidos. “Tengo mucho acercamiento con Orlando City, conozco al profesor César Baena”.
De momento, no está en sus planes regresar a Cuenca, a pesar que extraña su comida, la familia, “los fines de semana en el Banco de la Vivienda, en la Central Telefónica, con los amigos jugando pelota en las canchas de barro”.
“Será todo lo que Dios proponga en el camino… En lo personal no podría regresar hasta saber que Ecuador es seguro y es un país donde uno sepa que puede invertir su tiempo, trabajo, esfuerzo y que nadie le va a arranchar de las manos lo que usted tanto ha sacrificado”.