Si bien Cuenca tiene el tradicional pase del “Niño Viajero”, Gualaceo desde hace muchos años atrás tiene el no menos famoso y concurrido “pase del 24 de diciembre”. En efecto: por los años cincuenta y sesenta las comadres del niño procedían de pocas familias, generalmente de la zona rural, se cuenta de varios pases presididos por una comadre de apellido Guayllasaca, desde los años setenta se da una “competencia leal religiosa” para ser nombrada “comadre del niño”, en función de ascender a un status social importante de la comadre y de la familia, obvio, que tiene que contar con cierto respaldo económico y el compromiso de toda la familia.
Las invitaciones para damas que acompañen a la comadre y a los potenciales pastorcitos se los hace con tiempo, adjuntando el famoso “rosero” con bizcochuelo y arepas, además de que es imprescindible tener un tiempo suficiente las invitadas para mandarse a confeccionar las prendas más bonitas y lujosas que, “sin querer queriendo” exhibirán en el gran día del pase; a propósito, un amigo mencionaba: “ya viene el desfile de modas”. Muy bien, ¡las gualaceñas son guapas y elegantes!
En sus inicios, pase con pocos carros alegóricos, engalanados con las “mejores colchas y cobijas de las casas”, por el contrario, muchos pastorcitos de a pie, como: josés, marías, reyes magos, noeles, curas, monjas, otavaleños, jíbaros, mexicanos, cholas, hasta capulinas y cantinflas. No faltaban algunas danzas que zapateaban al compás de un equipo con tocadiscos que no se escuchaba mucho por el ruido del motor a gasolina que iba en una camioneta, y casi siempre el “músico- maestro” era el “Cashilo Luzuriaga”. Actualmente se observan decenas de hermosos carros alegóricos lujosos y relativamente pocos pastorcitos de a pie. Por la noche los fiesteros se reúnen en la casa de la comadre en donde disponen desde regalos hasta comida.
Actualmente el pase del niño de Gualaceo atrae a propios y extraños, un patrimonio de esta tierra, una expresión cultural religiosa que ha evolucionado, pero no ha perdido los contenidos de fe, cristianismo y desborde de entusiasmo y alegría. (O)