Un asunto público es aquel que nos compete a la mayoría o a un grupo de personas: salud, educación o justicia, agua, saneamiento o conectividad son asuntos públicos; lo son también las decisiones que se toman respecto al uso y aprovechamiento de los espacios públicos como calles, veredas o parques.
Para muchos, las decisiones sobre lo público no importan, lo dejan en mano de decisores, por los cuales votan a ojo cerrado. Otras personas, reaccionan sobre lo público solo cuando se ven afectadas, se cierra su calle, se quedan sin agua o montan un nigth club cerca de su casa. Y ahí está el problema, reaccionamos únicamente ante los hechos, cuando la decisión está tomada, las obras ejecutadas o la política aprobada.
Pero también los decisores deben, por obligación, consultar con el pueblo lo que van a hacer, y yo pregunto si se consultó con alguien los permisos para el Rally de Cuenca que dejó daños irreparables; ¿con qué criterios técnicos se dieron estos permisos?, ¿quién dice que Cuenca puede ser una pista de carreras? ¿Qué paso ese día con el transporte público, con la libertad de movilidad o con el “buen uso y cuidado” de nuestro patrimonio, que en otras situaciones les preocupa a montones? Dejen el doble discurso y la permisividad a discreción.
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