Jerusalén.- El nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu, el más extremista de la historia de Israel, cumple su primer mes acorralado por un movimiento de contestación social sin precedentes, que incluye al poderoso sector económico; en medio de una nueva escalada de violencia con los palestinos.
El fin de semana, la tensión entre israelíes y palestinos ha alcanzado cotas sin precedentes en más de una década, con cuatro ataques de palestinos contra civiles israelíes, el más grave el viernes, cuando un palestino de 21 años abrió fuego contra judíos que salían de una sinagoga del asentamiento de Neve Yaakov, en Jerusalén este ocupado, matando a siete.
Con siete muertos, ese tiroteo es el atentado más mortífero para Israel desde 2011, cuando un grupo armado egipcio del Sinaí entró al país y mató a ocho israelíes. Pero se trata del ataque más letal cometido por palestinos desde 2008, cuando un hombre armado mató a ocho estudiantes israelíes en una yeshiva de Jerusalén este ocupado.
CUATRO ATAQUES
Ayer sábado ocurrieron tres ataques más: el primero en el barrio de Silwan, en Jerusalén este, donde un palestino de 13 años abrió fuego contra un grupo de judíos, hiriendo a un padre e hijo; y otros dos en asentamientos de Cisjordania ocupada, uno cerca de Jericó, sin víctimas porque al atacante se le encasquilló el arma y huyó; y un intento frustrado en la colonia de Kedumim, que acabó con la muerte, abatido por colonos, de un palestino de 18 años cuando trataba de entrar armado al asentamiento.
«Este Gobierno actuará contra el terrorismo con vigor, determinación y fuerza», declaró anoche Netanyahu, en una reunión de emergencia con su gabinete de seguridad, en la que se decidió acelerar al concesión de licencias de armas para civiles y reforzar la seguridad de los asentamientos.
El gobierno discutió hoy la aprobación de leyes para revocar la ciudadanía o residencia, tanto a palestinos o árabes-israelíes que atenten como a sus familiares que les apoyan. Incluso el ministro de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvir, anunció que va a proponer de urgencia en el Parlamento una ley que imponga la pena de muerte a «terroristas».
Estos ataques fueron elogiados como «actos heroicos» por Hamás o la Yihad Islámica, en represalia a la incursión del Ejército israelí el jueves en el campo de refugiados de Yenín, norte de Cisjordania, que derivó en los mayores enfrentamientos armados con milicias en años, con nueve palestinos muertos, incluidos civiles. Una décima víctima falleció hoy por las heridas sufridas en los choques.
«Este acto heroico es en venganza por los mártires de Yenín. La operación en Jerusalén es la respuesta natural a los crímenes de ocupación», señaló Hamás, que gobierna de facto en Gaza, el viernes tras el atentado en la sinagoga, que palestinos celebraron con fuegos artificiales, disparos al aire y gritos de «Dios es Grande» de los altavoces de las mezquitas en Gaza y en ciudades de Cisjordania ocupada, particularmente en Yenín y Jerusalén este.
La Autoridad Palestina, liderada por el presidente Mahmud Abás y que gobierna en zonas reducidas de Cisjordania, responsabilizó ayer «plenamente al gobierno de ocupación israelí por la peligrosa escalada a la que ha llegado la situación debido a sus crímenes», aunque obvió mencionar los últimos ataques palestinos.
En lo que va de 2023, 34 palestinos han muerto en Cisjordania incidentes con Israel, un promedio de más de uno por día, después de que la zona vivieran en 2022 su año más violento desde la Segunda Intifada, con 170 muertos.
PROTESTAS
A la creciente violencia con los palestinos, al nuevo Gobierno de Netanyahu, que juró hace un mes, se le suma como problema un amplio movimiento de contestación social, con masivas protestas en las calles contra su reforma judicial, que ha llegado hasta el sector económico y empresarial, generalmente ajeno a los avatares políticos.
Esa reforma busca, en esencia, socavar la independencia y politizar la justicia, al incluir la polémica «clausula de anulación» que permite que una mayoría parlamentaria simple anule una decisión del Tribunal Supremo.
Ante la reforma, amplios sectores de la sociedad israelí, y no solo liberales o de izquierda, han salido a las calles para protestar por lo que perciben una amenaza a la democracia, en manifestaciones que hace dos sábados congregaron a más de 130.000 personas en todo el país, la mayoría en Tel Aviv, las más multitudinarias en más de una década. El luto por los últimos ataques redujo a 60.000 manifestantes la afluencia a las protestas de ayer.
De manera insólita, la esfera económica se ha unido a ese movimiento y trabajadores del pujante sector de la alta tecnología hicieron por primera vez una huelga el pasado martes, contra la reforma judicial que creen que, además de poner en peligro la democracia, ahuyentará a inversores y rebajará la calificación crediticia de Israel.
Esas mismas preocupaciones trasladó el gobernador del Banco Central de Israel, Amir Yaron, la semana pasada a Netanyahu, así como 270 economistas y académicos en una carta abierta; lo que obligó el sábado al primer ministro -que presume de ser el artífice del «milagro económico israelí»- a reunirse con una delegación empresarial para calmar los ánimos y garantizar que sus políticas no perjudicarán la economía. EFE