Todo el entorno que rodea a la triatleta cuencana Ana María Torres está relacionado con el deporte, empezando desde su vehículo que lleva la leyenda: “Respeto al ciclista”.
A la entrada de su casa se encuentra un monumento de dos niñas subidas en una bicicleta, que representa la infancia de ella y su hermana María Angélica.
El jardín de la multiatleta está adornado con coloridas plantas que reposan en singulares maseteros en forma de bicicletas.
En este espacio verde también se encuentra “Lupita”, una perrita San Bernardo que fue adoptada por ella y su hermana, demostrando el amor que siente por los animales y la naturaleza.
Al interior de su acogedor hogar se distingue un rincón especial, donde atesora sus medallas y trofeos, incluidos los últimos que ganó en L´Étape Ecuador del Tour de Francia.
Sus estudios y amor por la naturaleza
Ese amor, dedicación y pasión que Ana María siente por el triatlón es el mismo que profesa a sus estudios superiores.
En la actualidad realiza su tesis para culminar la carrera de Derecho en la Universidad del Azuay. Luego piensa especializarse en derecho ambiental.
Desde balletista hasta escaladora
Ana María, de 28 años, ha estado ligada al deporte desde muy pequeña. Inició practicando ballet. Lo hizo por 13 años, hasta que descubrió los deportes de aventura.
En el colegio Rosa de Jesús Cordero (Catalinas) conformó las selecciones de baloncesto y voleibol. Además, entrenó escalada deportiva y practica andinismo.
Ya son ocho años que se dedica al triatlón, gracias a un tío que entrenaba este deporte. Su primera prueba fue en el 2015.
Ese año falleció su abuelo Édgar Rodas, un destacado médico de la ciudad, por lo que le dedicó esta carrera. “Fue una ruta de escape ante el dolor de perder a un ser querido”, añadió.
El triatlón es un deporte exigente, a tal punto que, el año pasado, se rompió el fémur por una fractura de estrés que le dejó cuatro meses fuera de competencia.
Después de recuperarse continuó entrenando y al mes y medio ya compitió su primer Ironman como profesional en Los Cabos.
Modelaje y otras facetas
Otra faceta de Ana María es el modelaje. La triatleta, incluso, ha formado parte de algunos comerciales de diferentes marcas como Coca Cola y De Prati.
Ana María practica la meditación en las mañanas y antes de ir a acostarse para mantener la calma.
También lee mucho en sus tiempos libres. Le gusta Gabriel García Márquez. En cuanto a música prefiere escuchar reggaetón, incluso cuando entrena.
De tal palo, tal astilla
Los padres de Ana María también son deportistas. Diana Lee Rodas, su mamá de origen estadounidense, fue nadadora.
Actualmente es profesora de inglés en la Universidad del Azuay y en el Abraham Lincoln. “Mi hija no descansa en conseguir sus objetivos, desde chiquita siempre ha sido muy activa e inquieta”, destaca.
En cambio, su papá, Felipe Torres practica ciclismo y es juez de la familia, niñez y adolescencia. Él fue quien le enseñó a manejar bicicleta a Ana María.
“Es una mujer grandiosa, una auténtica guerrera silenciosa…Su esfuerzo y dedicación ha hecho que cada día mejore”, destaca Felipe.
De su lado María Angélica, hermana de Ana María, destaca por el arte y diseño. “Somos muy diferentes, pero nos llevamos bien”, sostiene. (D)
LA FRASE
“Lamentablemente aún se cree que las mujeres no somos capaces de muchas cosas, sobre todo en estos deportes de mucha exigencia”.
Ana María Torres, triatleta de élite
ALGUNOS DETALLES
– Pablo Vallejo es el entrenador de Ana María. Ambos pertenecen al equipo Bet Endurance.
– Ana María se prepara para competir en el Ironman de Lima, a realizarse en abril.
– El objetivo de Ana María es clasificar este año al Mundial del Ironman en la categoría élite.
LA CIFRA
6
horas diarias entrena Ana María. Se levanta a las 05:00 para iniciar sus prácticas.