Este pasado 14 de febrero en muchas partes del mundo se conmemoró el “Día de San Valentín” o el día del amor y la amistad. Según se menciona en algunos escritos este festejo nació como un homenaje a un santo de la iglesia católica que hacía casar en secreto a parejas de enamorados en la antigua Roma. En nuestro país, copiador por excelencia, se comenzó festejando este día como del amor y de los enamorados, luego sumó el de los amigos y se sigue adicionando motivos en función de una globalización que ha mercantilizado todo.
En este contexto, siquiera por un día en algo nos olvidamos de la grave y difícil situación por la que atraviesa el pueblo ecuatoriano a merced de gobernantes que parece que no aprecian la amistad y el amor. A la sazón, nos viene a la mente una interrogante: ¿Nos acordamos en esta fecha de las personas adultas mayores (PAM)? Pregunta que involucra a hijos, nietos, más familiares, funcionarios públicos, gobiernos y sociedad en general. Hoy se discrimina al adulto mayor con estereotipos como: viejo que no puede amar peor ser amado, ser casi sin sentimientos, aislado, triste y que no aprecia o vive las alegrías de los demás, incluso para algunos funcionarios públicos un ser vivo que solo consume y que es una carga para la sociedad. Es el trato de una sociedad hipócrita, injusta y mal agradecida.
Al respecto nos preguntamos: ¿Conocemos la nueva “Ley Orgánica de las Personas Adultas Mayores? Creemos que no, porque desde los mismos funcionarios de los poderes del Estado los desconocen, peor el común de los mortales, antes, por el contrario, se los estigmatiza aduciendo que no generan recursos, no votan, no son sujeto de crédito, no son aptos para trabajo alguno y molestan. A lo descrito se suma el desafecto que van sufriendo progresivamente las PAM primero de la familia, con excepciones, luego de la sociedad, lo que nos induce a asegurar que para los despectivamente llamados “viejos” no hay día de San Valentín, en este materialista y discriminador mundo terrenal. ¡Qué utopías de la vida!
No nos olvidemos que todos seguimos el mismo camino si es que el Creador no dispone lo contrario. (O)