El peroné, médicamente, es también conocido como fíbula, que llega a ser una estructura de tejido óseo estrecho y prolongado, se ubica entre la rodilla y el denominado tobillo, conectándose con la tibia. Su estructura ayuda a soportar y equilibrar el peso del cuerpo y termina siendo el centro de anclaje de diferentes músculos. Es decir, fundamental para la actividad del ser humano.
Cuando un gobernante sufre una fractura de su peroné, más que criticarlo, ver si es o no es, si mentirá o no mentirá, buscar intimidatorios criterios o incluso hacer de médicos; hay que pensar en el país. Yo digo, en las ausencias que vive el Ecuador, las fracturas y falta de equilibrio, de soporte, de anclaje en lo central. De lo fundamental.
Está claro. El Ejecutivo tiene virtudes que reposan en la vacunación nacional, mejorar la balanza económica y devolver libertades que habían sido restadas. Pero hay profundas debilidades. Ausencia de atención a las urgencias de la población. Falta de medicina y digna atención en los hospitales públicos. Escasa planificación de una primera, segunda y tercera acción en el frente social. Y una lamentable vanidad de vanidades. ¿De quiénes? De los acólitos del poder.
Peroné proviene del francés péroné, que designa toda clase de punta que atraviesa un objeto. Eso es lo que precisamente está ausente en el Gobierno. La fortaleza de atender y pinchar en el centro. De atravesar las urgencias de la población. De apuntar y darle al blanco. De mirar la necesidad de la gente y pasar la aguja en donde se requiere, en donde se ansía, en donde la democracia tiene soporte y es la dignidad de las personas.
El país tiene fisuras sociales y democráticas que a ser atendidas. Que requieren de la mirada y opinión. De los esfuerzos y decisión. La fractura del país es más grave, y parece que ya no aguanta cirugía. (O)