Ciertamente, el Carnaval es una fiesta de algarabía, música y gastronomía, celebrado en todas las costras sociales. Bonitos actos los que nos recuerdan a la fiesta de las flores y frutas en Ambato, el jueves de Compadres en algunas poblaciones de pequeño tamaño con folclore e identidad, con actos de buena calidad. Bandas de pueblo y ritmos identitarios, gestos de nivel y cortesía, cargados de amistad y cariño. Descanso y alegría, compartir con la familia y amistades en clásicas celebraciones en donde prima el respeto y la consideración por los congéneres.
Las redes sociales muestran lo bueno, lo malo y lo feo, y muchas veces exceden con información intrascendente, fatua, vulgar y los famosos fake news o noticias falsas, saturados de bulo y hasta mal intencionadas con el ánimo de tergiversar, alterar, dañar la imagen, el nombre o la gestión de alguien.
Pero, lo que quiero citar no es falso, estamos alcanzando un deterioro de la sociedad que desgraciadamente se inicia con la ausencia de paternidad responsable, de respeto de los hijos a sus progenitores y viceversa, a las normas de conducta, a la honestidad, las buenas costumbres, los valores de moral y bien proceder, que antaño se impartía en el hogar, en las escuelas y colegios.
Las redes muestras a atorrantes individuos, en un bochornoso acto haciendo actos de escándalo sobre el capó de un auto como mofa a la moral, con alcohol y droga a más de espuma en el rostro y lesiones oculares, asaltos delincuenciales, ausencia policial; en Salinas un alcalde fuera de tono y una sociedad perdida y sin brújula, así es como el país se marchita día a día ante la preocupación de quienes juzgan estos lamentables casos.
Y como siempre, la tragedia vial para Cuenca, que entorpece la fisiología austral. Problema sin solución mientras no haya AUTORIDADES que, con reclamo altivo, sepan defender nuestros intereses. (O)