En una democracia la minoría en lo simple de la apreciación es la parte menor de un grupo que es lo más complejo y amplio de la unidad nacional. En tal razón, el sistema político que asume la sociedad cuando se organiza jurídicamente, debe ejercer sus atribuciones según las decisiones de la mayoría, respetando los derechos fundamentales de la minoría.
Hoy en día la CONAIE dice representar al mundo indígena que es la minoría de la sociedad ecuatoriana. El 7 % de su población. Sin embargo, pretende imponer sus puntos de vista para la administración pública y con incidencia global en la explotación de los recursos naturales según su cosmovisión, con fines de largo aliento que van más allá de derrocar presidentes y en lo inmediato para regular la forma de vida al 93 % de ecuatorianos. Un desatino que conlleva violencia y ruptura social.
Como todos los ciudadanos, los miembros de la CONAIE, deben cumplir con la ley y las normas de convivencia que la autoridad y el sistema determinen. No pueden ni deben romper la ley sin incurrir en las responsabilidades penales.
Las minorías deben adaptarse al mundo social, a sus necesidades y reglas de conducta, así se han generado las comunidades que prosperan. La cultura social es la amalgama de la historia, solamente la paz, la capacidad creativa, el trabajo y la seguridad jurídica, nos permitirán superar las limitaciones y potenciar el desarrollo integral de la comunidad.
Pero en este tiempo y en nuestro mundo, las minorías, en su diversidad, pretenden imponer sus puntos de vista a la mayoría recurriendo a la violencia. Esa es la paradoja a resolver.
La CONAIE y más organismos minoritarios deben comprender que el mundo es muy distinto los extravíos de sus conductores. (O)