Bachilleres de ayer, bachilleres de hoy. Las rutinas se repiten. La juventud crece. Se concluyen etapas y nada pasa, perdón, mucho pasa, pasa la vida. Quienes vivimos ya en la orilla de los recuerdos y hemos visto pasar décadas, cuando nos acercamos a jóvenes vidas buscamos en ellas vestigios del ayer porque quisiéramos ser testigos de la reafirmación de principios, de iguales conquistas y, en el caso de los neo bachilleres de una salida consciente y festiva al gran escenario de la vida.
Las cosas han cambiado y … cambiarán más. Los bachilleres nunca diseñaron el futuro, ayer ni tampoco hoy. La máquina del tiempo se nutre de insumos ajenos a nuestras voluntades. Este fue siempre un gran desafío humano: fue su podio de gloria y en ocasiones también su epitafio.
Estos renglones van para la juventud que en el litoral acaba de recibir su título de bachiller y también para los que, a partir de junio en la sierra y oriente, serán bachilleres de nuestro Ecuador. Lo que viene escribo para ustedes, la juventud de hoy: es una aspiración de mi parte y un impostergable desafío para ustedes.
Ser bachilleres, entre otras cosas, significa estar preparados y listos para enfrentar una nueva etapa de sus vidas. La década que han iniciado es vital: quizá en ella estén contenidos los capítulos de aquello que mañana será un libro, la biografía de cada uno de ustedes.
Revisen sus mochilas, háganlo a conciencia, anoten todo aquello que llevan en ella: El Manual de urbanidad (cómo adecuar su comportamiento a las circunstancias de la vida). Certificados de estudios realizados. Valores humanos individuales y colectivos porque son elementos insustituibles en la construcción de toda existencia: honradez, perseverancia, lealtad, altruismo, civismo, tenacidad, amor a la familia, ganas de vivir. Si además llevan en esa mochila un manual para mantener sus energías físicas, para no desgastarlas ni envenenarlas, para agradecer a Dios por la vida y para mantenerla sana hasta el día que la regresen a Él, qué mejor.
Neo bachilleres 2003: Ustedes no son amos y señores de sus vidas, un día se las pedirán de vuelta porque las recibieron en préstamo. Hagan de ella y con ella el mejor uso posible. Con ella pueden conquistar las metas más exigentes o también descender a simas insospechadas.
Nada más. Aplausos al esfuerzo. Optimismo por el futuro, Deo favente. (O)
