A manera de analogía. El sismo del pasado sábado 18 de marzo, además de desnudar la falta de cultura de prevención de riesgos, políticas de protección de patrimonio, etc., nos ha dejado ver las condiciones en las que habitan comunidades en gran necesidad, que, por estar aisladas, no hemos sido capaces de prestarles la debida atención.
El drama de Molleturo o de Chaucha no puede ser noticia sólo por los derrumbes en la vía o la veintena de casas afectadas producto del sismo, sino por las difíciles condiciones que los habitantes enfrentan en su diario vivir. La conectividad con estas parroquias rurales de Cuenca, los servicios deficientes en agua potable, salud, educación, son las verdaderas grietas descubiertas por el sismo que no pueden quedar en la anécdota o en el reportaje. Deben recoger la atención de los políticos y del sector público a nivel local y nacional para mejorar las condiciones de vida de estas poblaciones aisladas. Para estos habitantes, este sismo, junto con la tragedia, debería también ser una oportunidad.
La respuesta ofrecida a nivel del Ejecutivo, ya sea con kits de auxilio inmediato o incluso con los bonos de emergencia de arrendamiento, son esfuerzos puntuales que alivian la situación más urgente, sin embargo, no ofrecen soluciones de mediano y largo plazo, sobre todo en las poblaciones de mayor vulnerabilidad y abandono. En estos sectores las grietas han dejado ver condiciones que no se resuelven con latas de atún o vituallas.
Si extendemos este criterio como parte de una política pública local, los gobiernos autónomos descentralizados que tomarán posesión en los próximos días deberían establecer una línea base que retrate las condiciones sociales y físicas en poblaciones alejadas como San Rafael de Sharug, en Pucará, o Zhaglli en Santa Isabel, que tienen a más del 90% de sus habitantes en condición de pobreza. Podemos seguir enumerando comunidades y poblaciones a las que la carretera no llega, el agua menos, la salud y la educación sólo en sus sueños. Esas son las grietas que se descubren más allá de las paredes cuarteadas que ha dejado el terremoto de marzo, sobre las que las autoridades deben actuar ahora.