Por un largo tiempo, desde el 16 de abril de 2016, cuando se registrara el terremoto en Manabí, no se había sentido en Ecuador, tan tremendo movimiento sísmico, que respondió, entonces, a 7.8 grados en la escala de Richter -igual alcance registrado en los terremotos de Turquía y de Siria, durante el presente año-. Ahora, con epicentro en Balao, la irradiación se sintió muy fuerte en Cuenca y alrededores, considerado un terremoto, puesto que supera los 6 grados, con un movimiento sísmico que libera violenta y repentinamente la energía acumulada en la corteza terrestre, permitiendo la propagación de ondas en todas las direcciones.
14 fallecidos en el país, de los cuales, por desgracia, un ciudadano en Cuenca, falleció por haber estado en la vía, en el momento del desplome de un tejado. ¿Qué lecciones nos deja esta experiencia generada por la naturaleza, que no permite predicciones ni anticipaciones? ¡Nos resta estar siempre atentos y asumir reacciones rápidas y acertadas y no tomar riesgos y situaciones que impliquen mayor peligro! ¡Aspiramos contar con una pronta atención de las autoridades en el caso de las viviendas alteradas y de los daños ocasionados! (O)