La historia de Paccha en su mirador y en su artesanía

Paccha, la parroquia que huele a pan en horno de leña, que se decora con totora y que brilla vista desde sus miradores. En este espacio de Diario El Mercurio, le invitamos a recorrer los tesoros turísticos de esta comunidad.

La historia de Paccha también se cuenta desde su artesanía. En las manos de mujeres artífices se tejen, palma a palma, los relatos de vida de la parroquia. De esta tradición, surge Rosa Lidia Zambrano, de 69 años.

Hija de Margarita Faicán, artesana que falleció a los 94 años de edad, heredó el oficio de entrelazar la palma de totora. Entre tejidos y golpes de piedra para ajustar los cruces de la palma, mantiene viva la confección de esteras.

La casa de doña Rosa está emplazada en el barrio La Dolorosa, un sector entre el centro parroquial y el cerro Guagualzhumi. Aquí la vida transcurre pasiva. La calle se mantiene de lastre y el polvo se ha subido a las viviendas e infraestructuras.

En medio de este escenario, la artesana Zambrano trabaja de lunes a domingo para sostener a su familia. “Vivo de esto, con este oficio crié a mis hijos… Y aunque no se gana mucho, es lo que me gusta hacer”, comentó mientras entrelazaba la totora creando una estera.

Apoyadas en las paredes de su casa, la palma de totora emerge como decoración. De ellas se obtienen las típicas esteras y canastillas. Usualmente le toma un día tejer los grandes lienzos. Es un oficio que deja más dolores de espalda y de brazos que ganancias, reveló Zambrano.

Le alegra saber que estos lienzos pueden ser usados para secar granos, poner debajo del colchón de la cama o para que los niños gateen. Pero sabe que ya no es tan apreciado.

Algo llamativo de su trabajo, es que abre las puertas de su casa para que los turistas puedan ver sus obras y su trabajo. Es más, enseña los trucos del tejido a costos módicos que suenan a una donación. Ella sería más feliz con una ruta turística permanente que promueva su oficio.

Mirador

Cerca de este barrio, se puede descubrir Quituiña. Es la puerta de acceso al cerro Guagualzhumi. Se trata de una columna montañosa desde la que es posible tener una vista privilegiada de Cuenca. Cómo bienvenida, hay una Cruz blanca de metal de unos 4 metros de alto.

Hay mucha vegetación y un improvisado sendero que conduce al mirador, antes de comenzar el ascenso al mítico cerro. Hasta este punto, se camina unos 500 metros.

Para los amantes del andinismo, desde aquí se acede al Guagualzhumi para conocer su gran riqueza cultural y arqueológica que revela la presencia de los ancestros Cañaris.

La arqueología se pierde debajo de construcciones de cemento, las pocas estructuras arquitectónicas se ven infestadas por hierbas, plantas nativas y musgos que transgreden los muros de lo que, aparentemente, fue una vivienda Cañari.

El ascenso no es complejo, incluso lo pueden visitar niños. Se recomienda tener cuidado en las zonas altas, usar ropa y zapatos cómodos.

Comida

Cercano al barrio La Dolorosa, La Espiga es una apuesta gastronómica completa de la familia Guapisaca Calle. Don ‘Tony’, como le gusta que le llamen a Carlos Guapisaca, prioritario del negocio, regresó de EE.UU., en donde trabajaba, para dedicarse al trabajo en horno de leña.

En su local, emociona ver cómo elabora el pan en horno de leña. También prepara platos típicos como caldo de gallina criolla, cuyes, asados y más delicias, todo acompañado de la chicha, bebida que ellos mismo preparan.

Todas estas actividades se pueden hacer en una tarde o en una mañana, y quedan a solo 13 kilómetros del centro de la ciudad. (FCS) – (I)

Investigaciones y arqueología

El fallecido académico, Napoleón Almeida, sostenía que la riqueza arqueológica del lugar reside en la evidencia hallada en objetos como recipientes tipo botella, platos, pozuelos y tinajas u ollas.

Además, destacaba el desarrollo artesanal de la cultura Cañari, gracias su técnica de manufactura que varía entre pintura, incisión, modelado, objetos con polípodos (cinco patas), bordes y paredes de cerámica gruesa.

Según lo manifestado por Almeida, se han encontrado proyectiles que posiblemente daten del Período Pre-cerámico. (I)

¿Cómo llegar?

Para llegar a estos lugares, primero se debe arribar al centro parroquial. Para dirigirse al barrio la Dolorosa se debe tomar la vía lateral de la iglesia de lastre y circular dos kilómetro, sin desviarse.

Y para acceder al mirador, se lo hace de la misma forma, con la diferencia de que el visitante debe desviarse antes del barrio La Dolorosa, en la capilla de Auzhangata, y circular 2.3 kilómetros.

El vehículo se deja a un costado de la vía y hay dueños de viviendas que pueden cuidarlo mientras se hace el recorrido.

DATOS

– Al mes, las artesanas de la parroquia Paccha confeccionan un promedio de 20 esteras de totora.

– El ingreso al mirador de Quituiña no tiene costo y es para toda la familia. Los senderos no están señalizados.

– El costo de los lienzos oscila ente los 8 y 12 dólares.

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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