Mi querido my friend, a medida que se acerca el final del mandato de la administración municipal de Cuenca, la cosa se pone heavy. Candente. Las comisiones encargadas de la transición poco o nada se han entendido. Usted comprenderá. Los que perdieron no quieren soltar toda la información y en papeles aseguran que dejan una municipalidad “sana” y con billete para llevar a cabo los proyectos que necesita la ciudad.
Entre tantos dimes y diretes los funcionarios derrotados han dicho que hasta ahí llegan con el acompañamiento. Que ya no hay más que dar. Que se remitan a lo que dicen los documentos y listo. Tengan las llaves de las oficinas y empiecen a trastearse.
Pero la comisión del alcalde electo no se ha quedado así. Con los datos que han obtenido elaboraron un informe con sorprendentes revelaciones. Lo que viene es bueno. ¡Agárrese! Entre las típicas observaciones de incumplimiento de presupuestos y tanto rollo, encontraron algo que preocupa a los cuencanos.
Dicen que por la falta de repuestos para el tranvía se les ocurrió una grandiosa idea. Sacaron las piezas unos vagones y las colocaron en otros. Así no más de ingeniosos. Se escuchaban voces de la falta de insumos para dar mantenimiento a nuestro caro juguetito. Tal parece que ha sido cierto.
Es que la construcción del tranvía fue una pesadilla durante más de cinco años. Partieron a la ciudad por la mitad, decenas de negocios se fueron a la quiebra, el contratista abandonó la obra, hubo querellas, juicios y cuantas denuncias. Este proyecto va por la cuarta administración. Esperemos que esta lo ponga en orden.
Da lástima, pero sepa que actualmente no hay tarjetas para el tranvía. Han ideado un acuerdo con algunas cooperativas para que los usuarios abran una cuenta de ahorro y canjeen algunos boletos. Redondito el negocio. Definitivamente, esta municipalidad fue un desastre.