No cesan los accidentes de tránsito. Al contrario, cada mes, cada año aumentan. El saldo: muertos y heridos. Muchos quedan con alguna discapacidad física para siempre.
En estos cinco meses de 2023, de acuerdo a los registros de la Agencia Nacional de Tránsito, hay 736 muertos. En este mismo periodo ocurrieron 6.547 accidentes y 5.891 heridos.
Todo un récord de siniestralidad. Sin duda, durante este martes aumentó la estadística macabra.
Las causas son las mismas de siempre: ebrios al volente, impericia, uso de teléfonos celulares, exceso de velocidad, lucha sin cuartel por pasajeros, irrespeto a las señales de tránsito, rebases en curvas, y la cuando no justificación, si así se la puede llamar: rotura de frenos.
Definidamente no hay cultura de seguridad vial en el Ecuador. Este último fin de semana fue fatal. Accidentes en Quito, Latacunga, Manabí, Cuenca, entre otras ciudades, dejaron como saldo muertos y heridos.
Cuando los choferes rinden sus pruebas para obtener o renovar las licencias en las diferentes categorías se esmeran por “aprender” el contenido de las preguntas. Luego se olvidan. Igual, lo enseñado en las Escuelas de Conducción.
Los protagonistas de accidentes la lideran los conductores de motocicletas, seguidos por los de autos privados, de los “camioneros” y “buseros”; pero estos últimos llevan más pasajeros.
Cuando la autoridad, sea en las vías de una ciudad o en las intraprovinciales, coloca fotoradares, los conductores son los primeros en “poner el grito en el cielo”. Cuidan sus bolsillos. Pero no tienen el mismo cuidado cuando toman el volante. Como si no tuvieran amor por su propia vida; peor por las de los demás. Si lo fuera por ellos, ni siquiera debe haber los centros de revisión vehicular.
Los accidentes de tránsito son una verdadera “pandemia” en el Ecuador. Esto nos delata como un país del tercero o cuarto mundo. ¿Hasta cuándo?