Aunque el ministro de Energía sostenga que “no se puede vivir del aire, de los pajaritos y reptiles” –sin contar los servicios ecosistémicos y que este funcionario necesita el aire para vivir y la Amazonía es el pulmón del planeta–, la biodiversidad del país es uno de los más importantes atractivos turísticos que tenemos. El Yasuní es un territorio reconocido por la ciencia como un verdadero laboratorio de vida, donde habitan pueblos en aislamiento voluntario como los Tagaeri, Taromenane y Dugakaeri. En el 2022, el turismo aportó 1180 millones al PIB, tercer lugar en exportaciones no petroleras. La consulta del 20 de agosto trasciende el territorio nacional porque afecta el destino de la humanidad por su capacidad de resistir y preservar la vida, en consonancia con la posibilidad de estructurar otros modelos de subsistencia, donde podamos reestablecer una relación armónica entre los seres humanos y la naturaleza. Votar Sí a la vida, Sí al Yasuní es una valiosísima oportunidad que tenemos como sociedad para detener la destrucción de la Amazonía y cuidar la continuidad de la existencia de todos los seres que compartimos esta casa común: la Tierra. No existe argumento económico que esté sobre la vida. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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