Se conocen como lenguas originarias aquellas que tienen su propia estructura gramatical y vocabulario; es decir, son un sistema lógico completo que expresan contenidos culturales específicos y que permiten a sus hablantes comunicar ideas, sentimientos o percepciones.
Las lenguas originarias constituyen parte esencial de esa manera particular de concebir la vida, de interpretar e interactuar con el entorno. En Ecuador son 14 las lenguas indígenas que aún están vivas, que están cargadas de espiritualidad y sensibilidad, y que constituyen, incluso, una obra de arte para disfrutarlas en colectivo.
Lamentablemente, cada día las lenguas se enfrentan a una constante lucha por sobrevivir en la diversidad lingüística y, con ello, se aferran a sus culturas locales en su aporte a la construcción de la identidad.
En este contexto, es necesario que se haga una reflexión profunda sobre el valor y el respeto por las lenguas originarias, mirándolas como esa expresión de identidad sensible, que nos llevará a ser más humanos, más empáticos, a construir sociedades más inclusivas y enriquecedoras.
El reto para conservar y respetar la diversidad lingüística está en promover acciones educativas que fortalezcan la interculturalidad y el multilingüismo, por ejemplo, mediante la literatura y la lectura variada. El desafío también está en conocer el poder y el valor de la comunicación para difundir y promocionar una cultura enriquecida con los idiomas y dialectos originarios. Desde las políticas públicas, el reto está en promover una participación activa gubernamental, que fomente proyectos dirigidos a trabajar activamente en este campo, a brindar información accesible y de calidad, que difunda la historia, que rompa estigmas y que reivindique la armonía entre las comunidades lingüísticas, la ciudadanía y el poder político. (O)